He vuelto.

martes, junio 24, 2008

Y sin embargo



En el fondo suele ser un simple cruce de caminos, entre la rumba, el blues y un puñado de versos arrancados desde los abismos del cerebro desbocado de un cantautor cualquiera cuyo nombre, más por casualidad que por otra cosa, pueda recordar a algún árbol. Por ejemplo: ya lo sabes.

Ahí estoy yo, en medio de los cuatro puntos cardinales, escuchándole decir eso de "y sin embargo te quiero". Sélène. O si no otro nombre de mujer, de esos que este viejo vagabundo de alma rasgada acostumbra a coleccionar sin más razón que la más honesta de todas, esa que coincide con la inercia, la contemplación y las respuestas sin pregunta, que solas se aparecen y revelan las sombras que se ocultan tras las luces de la belleza femenina. Supongo que por eso mismo, ese apocalipsis grabado a fuego entre mis cejas y la nuca, estoy retorciendo las palabras esperando que alguien consiga, algún día, no sé si de este siglo o de esta especie, comprenderme. Si ni siquiera me atrevo a subir los ojos y rebuscar un significado en los renglones de aquí arriba.

Canta, Sabina. Canta, recuérdame los besos envenenados que yo mismo he dado esperando intoxicarme accidentalmente al beber de los cuerpos siempre sin alma de la gran mayoría de hembras que he conocido. Recuérdame tantas cosas que tú, maestro, has sabido expresar mucho mejor en un solo, un puto verso de una puta canción de esas que construyes casi con eructar; que yo en kilómetros de tinta azul, mezcla de la aristóctrata sangre enajenada que corre por mis venas y las lágrimas de tantas y tantas apodadas Esperanza.

Canta, Sabina. Canta y cuéntame como todas las historias tienen siempre un mismo principio y un mismo final, una misma forma de canción de rima consonante. Poeta suburbano de hígado roto y cerebro infartado, canta y mézclate con el viejo Tom Waits para construir un universo con un mínimo de sentido.

"...y me envenenan los besos que voy dando, y sin embargo..."

Canta, Sabina. Canta y revélame el auténtico motivo por el que sigues vivo, y por el que yo también aún sigo aquí. Mientras, voy a dejar que mi cuerpo se desparrame sobre el helado suelo de todos los días para escucharte en plena oscuridad. Con suerte mañana no saldrá el sol.

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