He vuelto.

miércoles, febrero 16, 2011

Aforismo V

La pregunta es
¿dónde quieres quedarte?
y no
¿hasta dónde quieres llegar?

miércoles, febrero 09, 2011

Sordina

La trompeta con sordina
llora entre tanquetas
de policía,
papeleras en llamas,
piedras, pintura,
cargas de antidisturbios.

Corro delante de un tío
con chaleco antibalas,
a él le pagan,
a mí también
pero mi salario es cicatriz,
solo quiero un mundo mejor.

Una mujer me pregunta
por una tienda de Vodafone,
¿y yo qué sé?
empezamos a correr otra vez.

Antisistema profesionales,
prosistema alimentados con vísceras,
baile de revueltas inútiles:
teatro de cadáveres,
sarpullidos de comatoso,
la trompeta acabó el réquiem.

domingo, febrero 06, 2011

Eres libre

-Eres libre.
Le dijo el amo a su perro
mientras enganchaba
la nueva correa,
más larga,
al collar de toda la vida.

sábado, febrero 05, 2011

Martillazos

Lanza un martillo a mi cráneo,
golpea fuerte hasta que sangre
y la masa encefálica
cubra tu ropa
con salpicones grises
y te des cuenta que dentro
no había más que una sustancia
de tacto desagradable.

Descubre que la única diferencia
entre tú y yo
es que yo quise hacerlo.
Me lo creí.
Nada más.

La simple voluntad de decidir
y actuar contra el viento.

El recurso es siempre el mismo:
tiempo,
que es lo que se escapará
si me desfiguras
y mueves tus dedos en mis sesos;
tiempo dedicado a cometer errores,
cicatrizar,
romper,
reconstruir.
Experiencias que se perderán cuando muera
pero vacías en su definición.

Soy mis errores.
Soy demasiado.

jueves, febrero 03, 2011

Cacofonías

Las palabras mienten
cuando son escupidas
por bocas cortadas
por viejos billetes
de diez mil
y se demuestra falso
que jesucristo no nació,
el holocausto no existió
o que la redención humana
no es más que un cuento chino
para acallar silencios
incómodos.

El borrachuzo bizco y cojo,
con su amoralidad férrea
se ha puesto una maroma
en el cuello:
demasiado políticamente incorrecto.

El que se topó con algo
que no debía ver
muerde el polvo entre escombros
del hotel Palestina,
sonríen los cerdos de la guerra.

Los periódicos ya no calientan
ni protegen del frío,
la intemperie cristaliza
en cartas de amor a Perséfone
que nunca son correspondidas
como los aullidos de un lobo
en las catacumbas de la gran ciudad:
cacofonías de la tundra,
remanente aplastado
por la palabra de Dios,
por el dios de la Palabra.