corro por el metro desnudo
camino disimulando
que las agujas siguen su cortejo
me mira una niña
-rubia, ojos azules-
sonríe:
cualquiera diría que todo está bien
pero no
las puertas me niegan el paso
y las voces que repiten
una y otra vez las paradas
violan mis oídos
como el martilleo de los tacones
y las ruedas de las maletas
cargadas con framentos de vidas
que a nadie importan
la lluvia está fuera
la humedad en los rostros sin rostro
que me miran sin ver
me giro y a lo lejos
la niña me sigue con la mirada
aún queda esperanza
5 comentarios:
La tristeza de la soledad urbana.El yo que se hace cada vez más pequeño en medio de ese pathos llamado sociedad... pero tú lo has dicho: "Aún queda esperanza"
El vacio aveces, es solo vacio, porque nadie esta ahí para escucharlo... :)
Carmen:
Sí, siempre queda esperanza, de seguir, de avanzar, de regenerar, algo por lo que seguir la lucha constante que es el día a día.
Cristina:
Hasta que alguien lo escucha, y es dulcemente aterrador, ¿o debí decir terroríficamente dulce?
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