la vez en la que el pájaro voló
por encima de la cabeza el jefe indio
y éste creyó que era una señal lo era
acertó y llevó a su tribu de las praderas
a la felicidad
hoy, cuando el pequeño presidente
decidió escuchar los números que los sabios
pusieron ante él
anunciando que tenían la solución
se dejó engañar
olvidando que en la empuñadura de la daga
tan solo puede haber una mano: una familiar
los cadáveres no comen, no hablan
¿qué es lo que quiere?
nunca me importaron las palabras
nunca las entendí, solo escucho hechos
y consecuencias
¿qué consecuencias sufriremos?
He vuelto.
jueves, diciembre 30, 2010
miércoles, diciembre 29, 2010
domingo, diciembre 26, 2010
frío
mi bolsillo se ha deshilachado
y se caen mis pocas monedas al suelo
y pregunto, amigo,
¿me darás algo cuando pase hambre?
te ayudé a hacer tu mundo
y ahora los reveses me han llevado al paro
mi sombrero se ve cansado
en el reflejo de los charcos que dejo atrás
me robaron las botas y el frío duele
en la punta de los dedos amoratados
la luna aflige con su silencio
y el vino barato solo calienta ayeres
cuando no son los recuerdos
los que necesitan arder
mi estómago ruge, siempre ruge,
la nieve, el barro, el vaho no alimentan
pero seguiré mi camino,
quiero pensar que al final saldré
y se caen mis pocas monedas al suelo
y pregunto, amigo,
¿me darás algo cuando pase hambre?
te ayudé a hacer tu mundo
y ahora los reveses me han llevado al paro
mi sombrero se ve cansado
en el reflejo de los charcos que dejo atrás
me robaron las botas y el frío duele
en la punta de los dedos amoratados
la luna aflige con su silencio
y el vino barato solo calienta ayeres
cuando no son los recuerdos
los que necesitan arder
mi estómago ruge, siempre ruge,
la nieve, el barro, el vaho no alimentan
pero seguiré mi camino,
quiero pensar que al final saldré
martes, diciembre 21, 2010
navidad
a la mierda la navidad
que se metan su hipocresía
por el culo
queda tanto por hacer
no es momento
de echar la vista atrás
que se metan su hipocresía
por el culo
queda tanto por hacer
no es momento
de echar la vista atrás
lunes, diciembre 20, 2010
niñas imbéciles
el dedo sobre la final piel
su recorrido sobre ella
el destino los labios
rojos
abiertos
los dientes tras ellos
la mirada brillante por la excitación
el cuerpo expectante al aliento
el silencio
la espera
los movimientos rítmicos
la voz sensual
sinuosa
olvidada por un gemido
y las miradas
siempre las miradas
pero su pelo jodiéndolo todo
¿por qué no es apartado?
quise mirarla a los ojos otra vez
y me acordé de la mirada de la anterior
y la anterior
y comparé
no pude evitarlo
y descubrí que casi siempre
acabo ayudando a masturbar
a niñas imbéciles
su recorrido sobre ella
el destino los labios
rojos
abiertos
los dientes tras ellos
la mirada brillante por la excitación
el cuerpo expectante al aliento
el silencio
la espera
los movimientos rítmicos
la voz sensual
sinuosa
olvidada por un gemido
y las miradas
siempre las miradas
pero su pelo jodiéndolo todo
¿por qué no es apartado?
quise mirarla a los ojos otra vez
y me acordé de la mirada de la anterior
y la anterior
y comparé
no pude evitarlo
y descubrí que casi siempre
acabo ayudando a masturbar
a niñas imbéciles
sábado, diciembre 18, 2010
siempre
en cualquier sombra, cualquier esquina,
cualquier lugar lejano al sol,
cualquiera entre sinuosas calles,
cualquiera donde reine el silencio nocturno
que como un huesudo perro
avanza enmudeciendo portales
puedes encontrarme
soy la silueta que vive en tu ojo soslayado,
el cero kelvin de tu aliento
avanzo sereno, impasible,
quizá lleve un corazón en la mano
o un puñal, o un contrato de trabajo
o una botella de vino descarriado,
pero eso da igual
estoy ahí, contigo, siempre,
no me puedes burlar,
no me puedes engañar, falsear,
esquivar, esquinar, estibar
soy tu amante más fiel y perseverante,
el más gallardo y confiado,
sé que te conquistaré
y que tú te entregarás a mí
cualquier lugar lejano al sol,
cualquiera entre sinuosas calles,
cualquiera donde reine el silencio nocturno
que como un huesudo perro
avanza enmudeciendo portales
puedes encontrarme
soy la silueta que vive en tu ojo soslayado,
el cero kelvin de tu aliento
avanzo sereno, impasible,
quizá lleve un corazón en la mano
o un puñal, o un contrato de trabajo
o una botella de vino descarriado,
pero eso da igual
estoy ahí, contigo, siempre,
no me puedes burlar,
no me puedes engañar, falsear,
esquivar, esquinar, estibar
soy tu amante más fiel y perseverante,
el más gallardo y confiado,
sé que te conquistaré
y que tú te entregarás a mí
jueves, diciembre 16, 2010
oración
no quiero gritar, avergonzado
de que me veas así, incendiado
de rabia cuando la indiferencia
lisonjea al que no tiene piernas
frente paredes esculpidas de santos,
cuando la mitra ciega un sol nublado
de que me veas así, incendiado
de rabia cuando la indiferencia
lisonjea al que no tiene piernas
frente paredes esculpidas de santos,
cuando la mitra ciega un sol nublado
martes, diciembre 14, 2010
rebrotar
una vez marchitas las flores
espero a que salgan más,
iguales no, parecidas;
pero que salgan,
se vuelva a llenar de color
el verde adorno de la cuneta
con pétalos rojos, blancos, azules
y que la primavera cargue de vida
permitiendo al tiempo seguir su curso.
espero a que salgan más,
iguales no, parecidas;
pero que salgan,
se vuelva a llenar de color
el verde adorno de la cuneta
con pétalos rojos, blancos, azules
y que la primavera cargue de vida
permitiendo al tiempo seguir su curso.
domingo, diciembre 12, 2010
tacones
corro por el metro desnudo
camino disimulando
que las agujas siguen su cortejo
me mira una niña
-rubia, ojos azules-
sonríe:
cualquiera diría que todo está bien
pero no
las puertas me niegan el paso
y las voces que repiten
una y otra vez las paradas
violan mis oídos
como el martilleo de los tacones
y las ruedas de las maletas
cargadas con framentos de vidas
que a nadie importan
la lluvia está fuera
la humedad en los rostros sin rostro
que me miran sin ver
me giro y a lo lejos
la niña me sigue con la mirada
aún queda esperanza
camino disimulando
que las agujas siguen su cortejo
me mira una niña
-rubia, ojos azules-
sonríe:
cualquiera diría que todo está bien
pero no
las puertas me niegan el paso
y las voces que repiten
una y otra vez las paradas
violan mis oídos
como el martilleo de los tacones
y las ruedas de las maletas
cargadas con framentos de vidas
que a nadie importan
la lluvia está fuera
la humedad en los rostros sin rostro
que me miran sin ver
me giro y a lo lejos
la niña me sigue con la mirada
aún queda esperanza
jueves, diciembre 02, 2010
Astarté
Astarté aúlla de placer
mientras se come a sus hijos
y sus piernas se llenan
de su sangre
la de sus vástagos
la de las almas
y la miro de arriba a abajo
y siento asco
por mí
por habérmela querido follar
pensar que...
siento náuseas
se ha vuelto insoportable
desde que no somos
de la misma especie
desde que se come a sus hijos
y no ve arder la ciudad
que en silencio se agolpa
tras las sienes
y frente los ojos
secos de lágrimas
otro nombre de la lista tachado
mientras se come a sus hijos
y sus piernas se llenan
de su sangre
la de sus vástagos
la de las almas
y la miro de arriba a abajo
y siento asco
por mí
por habérmela querido follar
pensar que...
siento náuseas
se ha vuelto insoportable
desde que no somos
de la misma especie
desde que se come a sus hijos
y no ve arder la ciudad
que en silencio se agolpa
tras las sienes
y frente los ojos
secos de lágrimas
otro nombre de la lista tachado
domingo, noviembre 28, 2010
martes, noviembre 23, 2010
sin ayuda
me acabo de dar cuenta que la esperanza
de conseguir algo de estabilidad
me produce demasiada alergia
y cuando veo que todo se puede ir a la mierda
vibro, sonrío y grito de felicidad
la sola idea de tener un fracaso me excita
porque mi vida es uno tras otro
y de tanto acabar en tierra empapado en mi vómito
me he acabado acostumbrando hasta amarlo
y sólo pudiendo reconocerme en el mismo fracaso
y que en el mismo descenso a los infiernos
es el único camino donde hallo paz
como cuando corrí por la montaña
bajo la intensa lluvia y no temí por mi vida
-era un crío inconsciente-
y con el pelo mojado, la ropa calada
me sentí libre por primera y última vez
por una parte me da igual, por otra es el pánico
representativo de la fragilidad que me gobierna
al saber que las cartas caen de su clepsidra
y no es mi mano la que tiene el poker
con tantos comodines como quiera llevar en su manga
en mis dedos sólo hay callos
y ella ya se casó, y no me invitó a la boda
pero es normal, si me viera no me reconocería
yo a mi princesa tampoco
no sé de qué me sorprendo, nunca la reconocí
entró en mi vida y salió cuando quiso
y yo cada día cambio convirtiéndome en mi opuesto
desvirtuándome sin piedad
nunca me atreví a rajarme la cara con las uñas
pero mi alma ya está hecha jirones
reconozco que me daba un placer morboso
y lo sigue haciendo
es mi absurda adicción a autofagocitarme
que seguirá hasta que no me destruya
pero estoy hecho de cuero
demasiado resistente para poder matarme
a mí mismo sin necesitar ayuda ajena
de conseguir algo de estabilidad
me produce demasiada alergia
y cuando veo que todo se puede ir a la mierda
vibro, sonrío y grito de felicidad
la sola idea de tener un fracaso me excita
porque mi vida es uno tras otro
y de tanto acabar en tierra empapado en mi vómito
me he acabado acostumbrando hasta amarlo
y sólo pudiendo reconocerme en el mismo fracaso
y que en el mismo descenso a los infiernos
es el único camino donde hallo paz
como cuando corrí por la montaña
bajo la intensa lluvia y no temí por mi vida
-era un crío inconsciente-
y con el pelo mojado, la ropa calada
me sentí libre por primera y última vez
por una parte me da igual, por otra es el pánico
representativo de la fragilidad que me gobierna
al saber que las cartas caen de su clepsidra
y no es mi mano la que tiene el poker
con tantos comodines como quiera llevar en su manga
en mis dedos sólo hay callos
y ella ya se casó, y no me invitó a la boda
pero es normal, si me viera no me reconocería
yo a mi princesa tampoco
no sé de qué me sorprendo, nunca la reconocí
entró en mi vida y salió cuando quiso
y yo cada día cambio convirtiéndome en mi opuesto
desvirtuándome sin piedad
nunca me atreví a rajarme la cara con las uñas
pero mi alma ya está hecha jirones
reconozco que me daba un placer morboso
y lo sigue haciendo
es mi absurda adicción a autofagocitarme
que seguirá hasta que no me destruya
pero estoy hecho de cuero
demasiado resistente para poder matarme
a mí mismo sin necesitar ayuda ajena
domingo, noviembre 21, 2010
buscar
buscas respuestas
a preguntas
buscas saber
-te
entender
-te
comprender
-te
aceptar
-te
pero tus ojos saben
que fallas
y no pueden mentir
y buscas fuera
en sartre
en bach
en vivaldi y bukowski
en alcohol y drogas
que te den respuestas
y seas otro
mejor
más perfecto
pero la resaca llega
y te das cuenta que es todo
mentira
que no sirve para nada
fuera
en el hostil mundo exterior
solo hay más preguntas
más misterios
que no puedes resolver...
...¿has pensado,
en vez de buscar,
encontrar?
a preguntas
buscas saber
-te
entender
-te
comprender
-te
aceptar
-te
pero tus ojos saben
que fallas
y no pueden mentir
y buscas fuera
en sartre
en bach
en vivaldi y bukowski
en alcohol y drogas
que te den respuestas
y seas otro
mejor
más perfecto
pero la resaca llega
y te das cuenta que es todo
mentira
que no sirve para nada
fuera
en el hostil mundo exterior
solo hay más preguntas
más misterios
que no puedes resolver...
...¿has pensado,
en vez de buscar,
encontrar?
miércoles, noviembre 17, 2010
soy inmigrante
soy inmigrante
y me enorgullezco de ello
de salir de mi patria
para buscar un futuro
y como yo tantas sombras
que se desplazan huyendo
de las miradas frías
de los que jamás se atrevieron
a tomar el rumbo de sus vidas
y seguir con la cabeza gacha
olvidando que sus padres
sus abuelos
también fueron emigrantes
sus apellidos lo gritan
pero se avergüenzan
renegando de sus raíces
y diciendo que ellos son
el centro de la creación
como si importara de algo
quién se lleva mis impuestos
y eso que soy afortunado
que mis raíces están cerca
y apenas me he desplazado
pero aun así no hablo como aquí
no pienso como aquí
no creo en lo de aquí
y me importa una mierda integrarme
porque volveré a marcharme
ya he secado bastantes raíces
como para hacer más
que mi patria soy yo
mi nación mis huesos
no me voy a dejar colonizar
por algo en lo que no creo
y me enorgullezco de ello
de salir de mi patria
para buscar un futuro
y como yo tantas sombras
que se desplazan huyendo
de las miradas frías
de los que jamás se atrevieron
a tomar el rumbo de sus vidas
y seguir con la cabeza gacha
olvidando que sus padres
sus abuelos
también fueron emigrantes
sus apellidos lo gritan
pero se avergüenzan
renegando de sus raíces
y diciendo que ellos son
el centro de la creación
como si importara de algo
quién se lleva mis impuestos
y eso que soy afortunado
que mis raíces están cerca
y apenas me he desplazado
pero aun así no hablo como aquí
no pienso como aquí
no creo en lo de aquí
y me importa una mierda integrarme
porque volveré a marcharme
ya he secado bastantes raíces
como para hacer más
que mi patria soy yo
mi nación mis huesos
no me voy a dejar colonizar
por algo en lo que no creo
domingo, noviembre 07, 2010
puerta abierta
no quería tener resaca
sí saber tu nombre
que me mirases
descubrir que olvidé
la puerta abierta
no encontrármela
ya cerrada
pero la tengo
te has marchado
te busco con la mirada
en silencio
-no voy a gritar
cuando de mi garganta
solo salen gorgoteos-
inútilmente
mi cerebro entumecido
lo sabe:
dijiste que te ibas
quise entender
que volverías
ni siquiera te busqué
apareciste ante mí
volaste cuando
te dio la santa gana
aún te recuerdo
con tu vestido blanco
sí saber tu nombre
que me mirases
descubrir que olvidé
la puerta abierta
no encontrármela
ya cerrada
pero la tengo
te has marchado
te busco con la mirada
en silencio
-no voy a gritar
cuando de mi garganta
solo salen gorgoteos-
inútilmente
mi cerebro entumecido
lo sabe:
dijiste que te ibas
quise entender
que volverías
ni siquiera te busqué
apareciste ante mí
volaste cuando
te dio la santa gana
aún te recuerdo
con tu vestido blanco
sábado, octubre 23, 2010
sábado, octubre 16, 2010
anuncio: busco grupo
-¿Y qué te gustaría hacer ahora?
-Sinceramente, volver a estar en un grupo, hacer canciones, tocar.
-¿Hay gente aquí en Barcelona que quiera hacerlo?
-No lo sé. Eso espero.
___________________________________________________________
Anuncio que busco gente para tocar y hacer un grupo con el único fin de aprender, hacer material original, compartir experiencias y pasarlo bien. En Barcelona. Mis gustos musicales son bastante eclécticos pero sobre todo blues - rock. Busco gente que busque hacer música variada, sin querer inventar nada pero tampoco hacer una sola canción con muchos títulos. Tengo un nivel de guitarra medio-bajo, media docena de letras sobre las que empezar a trabajar (ejemplos de mi forma de escribir los hay por todo el blog) y algo de experiencia en un grupo de punk.
Si estás interesado puedes contactar conmigo a través del formulario de la derecha del blog.
Un saludo.
-Sinceramente, volver a estar en un grupo, hacer canciones, tocar.
-¿Hay gente aquí en Barcelona que quiera hacerlo?
-No lo sé. Eso espero.
___________________________________________________________
Anuncio que busco gente para tocar y hacer un grupo con el único fin de aprender, hacer material original, compartir experiencias y pasarlo bien. En Barcelona. Mis gustos musicales son bastante eclécticos pero sobre todo blues - rock. Busco gente que busque hacer música variada, sin querer inventar nada pero tampoco hacer una sola canción con muchos títulos. Tengo un nivel de guitarra medio-bajo, media docena de letras sobre las que empezar a trabajar (ejemplos de mi forma de escribir los hay por todo el blog) y algo de experiencia en un grupo de punk.
Si estás interesado puedes contactar conmigo a través del formulario de la derecha del blog.
Un saludo.
lunes, octubre 11, 2010
lo saben
el hombre que arrastra
su vida en un carro
lo sabe
la botella vaciada
también lo sabe
cuando avanza en su
ciclo vital
al igual que
la piel al caerse
las mentiras al romperse
la sombra que avanza
o retrocede escondiéndose del sol
o la puta
(qué sería de todo esto
sin las putas
que se ganan la vida
vendiendo su cuerpo
hipócritamente criticadas por
la sociedad
que trabaja para subsistir)
también
los perros
y los gatos que huyen
que son comidos
que son cagados
lo saben
y los viejos
y los locos
nosotros lo ignoramos
su vida en un carro
lo sabe
la botella vaciada
también lo sabe
cuando avanza en su
ciclo vital
al igual que
la piel al caerse
las mentiras al romperse
la sombra que avanza
o retrocede escondiéndose del sol
o la puta
(qué sería de todo esto
sin las putas
que se ganan la vida
vendiendo su cuerpo
hipócritamente criticadas por
la sociedad
que trabaja para subsistir)
también
los perros
y los gatos que huyen
que son comidos
que son cagados
lo saben
y los viejos
y los locos
nosotros lo ignoramos
lunes, octubre 04, 2010
esta noche quiero dormir contigo
me desmorono segundo a segundo,
a medida que se desmorona
el suelo que piso
mis pies
mis rodillas
mis piernas
mi estómago
mi corazón
mis pulmones
mi cuello
mi cabeza
me desmorono porque no entiendo nada
cada día me vuelvo más imbécil
más alcohólico
más desesperado
más solo
en medio de esta agobiante soledad
y hasta pierdo mi nombre
mi memoria
mis recuerdos
con los que un día conté
y pude decir que tenía memoria
que tenía recuerdos
pero ahora soy un adicto
a la soledad
que me asfixia
pero la necesito
como el yonqui a su heroína
como el amante a su amada
mientras se destruyen
yo también sucumbo
por el tedio
el aburrimiento
y la necesidad de un cuerpo femenino
de su aroma
de sus lóbulos
y pechos
de sus ojos
y su sexo
y su todo
estoy postrado
aunque vaya de un lado a otro de la ciudad
buscando algo que soy incapaz de encontrar:
un hogar en una sonrisa
y en un desnudo acogedor
sobre el que pueda olvidarme de mi miseria
de mi existencia miserable
de mis huesos miserables
de mis historias miserables
que ya olvidé
pero que quiero olvidar
si al menos supiera que si la llamo
vendrá
en minutos
pero no
para qué voy a engañarme: está muerta
si no puede estar aquí ahora
porque es ahora cuando más la necesito
la única que soy capaz de tolerar
¡que te jodan!
esta noche quiero dormir contigo
a medida que se desmorona
el suelo que piso
mis pies
mis rodillas
mis piernas
mi estómago
mi corazón
mis pulmones
mi cuello
mi cabeza
me desmorono porque no entiendo nada
cada día me vuelvo más imbécil
más alcohólico
más desesperado
más solo
en medio de esta agobiante soledad
y hasta pierdo mi nombre
mi memoria
mis recuerdos
con los que un día conté
y pude decir que tenía memoria
que tenía recuerdos
pero ahora soy un adicto
a la soledad
que me asfixia
pero la necesito
como el yonqui a su heroína
como el amante a su amada
mientras se destruyen
yo también sucumbo
por el tedio
el aburrimiento
y la necesidad de un cuerpo femenino
de su aroma
de sus lóbulos
y pechos
de sus ojos
y su sexo
y su todo
estoy postrado
aunque vaya de un lado a otro de la ciudad
buscando algo que soy incapaz de encontrar:
un hogar en una sonrisa
y en un desnudo acogedor
sobre el que pueda olvidarme de mi miseria
de mi existencia miserable
de mis huesos miserables
de mis historias miserables
que ya olvidé
pero que quiero olvidar
si al menos supiera que si la llamo
vendrá
en minutos
pero no
para qué voy a engañarme: está muerta
si no puede estar aquí ahora
porque es ahora cuando más la necesito
la única que soy capaz de tolerar
¡que te jodan!
esta noche quiero dormir contigo
miércoles, septiembre 29, 2010
Señor Pong
Malpario Rocaforte mira la pared. Ve cómo las hormigas suben, en fila, bordenado una vieja grieta que es anterior a los insectos, a él, y -piensa- seguramente a antes de la misma existencia de la capacidad de recordar la propia existencia. Pero eso le da igual, sabe que si quisiera podría coger el bidón de gasolina que tiene al lado y empaparlas, y prenderles fuego y verlas corretear hasta que caigan chamuscadas. Porque está por encima, es un ser superior, más evolucionado. Incluso los suyos han podido enlatar restos de las hormigas del período carbonífero en un envase también creado por ese mismo material, un sistema para la compraventa del mismo y manos para poder sujetarlo, verterlo y anticipar la muerte de ese grupo de criaturas salvajes.
Decide hacerlo, con tan mala suerte que se salpica los pantalones sin darse cuenta. Enciende una cerilla, una chispa hace su juego y hace que sus partes empiecen a arder. Se caga en Dios. Las hormigas continúan caminando, ignorantes de que han salvado sus existencias. Pierde los testículos y decide hacerse homosexual. Para ello llama al doctor: no para la operación quirúrgica, sino para que le d por culo. No le gusta. Decide volver a hacerse heterosexual: se pone pelotas de goma dentro del escroto. Pelotas que el médico le dice que le permitirán volver a sentir placer y atracción con una mujer. Lo que no le dice es que ese placer es el de las pelotas y que él se ha convertido en un simple vehículo para llevarlo hasta ahí. Es un huésped con una polla que usa para satisfacer la goma, pero no lo sabe: hasta usa preservativos cuando sus espermatozoides ya de por sí son completamente inocuos para los óvulos.
El tiempo pasa, y va perdiendo su voluntad: sus pelotas se enamoran de otras pelotas y deciden tomar el control total. La derecha sube hasta el cerebro a través de la columna vertebral y toma el control de los sentidos situados en la cabeza. La otra se encarga del sexo.
-La última vez que vieron a Malpario Rocaforte fue entrando al registro civil para cambiarse de nombre -dice un hombre con cara de pelota de goma-. Nadie supo más de él, aunque los rumores dicen que está perdido, muy dentro de la personalidad del señor Pong.
El señor Pong sonríe sarcásticamente.
Decide hacerlo, con tan mala suerte que se salpica los pantalones sin darse cuenta. Enciende una cerilla, una chispa hace su juego y hace que sus partes empiecen a arder. Se caga en Dios. Las hormigas continúan caminando, ignorantes de que han salvado sus existencias. Pierde los testículos y decide hacerse homosexual. Para ello llama al doctor: no para la operación quirúrgica, sino para que le d por culo. No le gusta. Decide volver a hacerse heterosexual: se pone pelotas de goma dentro del escroto. Pelotas que el médico le dice que le permitirán volver a sentir placer y atracción con una mujer. Lo que no le dice es que ese placer es el de las pelotas y que él se ha convertido en un simple vehículo para llevarlo hasta ahí. Es un huésped con una polla que usa para satisfacer la goma, pero no lo sabe: hasta usa preservativos cuando sus espermatozoides ya de por sí son completamente inocuos para los óvulos.
El tiempo pasa, y va perdiendo su voluntad: sus pelotas se enamoran de otras pelotas y deciden tomar el control total. La derecha sube hasta el cerebro a través de la columna vertebral y toma el control de los sentidos situados en la cabeza. La otra se encarga del sexo.
-La última vez que vieron a Malpario Rocaforte fue entrando al registro civil para cambiarse de nombre -dice un hombre con cara de pelota de goma-. Nadie supo más de él, aunque los rumores dicen que está perdido, muy dentro de la personalidad del señor Pong.
El señor Pong sonríe sarcásticamente.
martes, septiembre 21, 2010
alacranes
Corren alacranes por debajo de mi piel. Los músculos están tensos, esperando algo que no llega: una descarga, una voz, un disparo que me atraviese y me rompa en dos mitades que a su vez empiecen a deshacerse al contacto de sus entrañas con el aire, para fundirme, hundirme en el aire, desaparecer.
Y renacer como una bola de fuego que empieza a arder a mi voluntad, porque yo soy eso mismo, igual que tú, igual que la mierda que se arrastra y adopta forma humana, se pone traje y se presenta a las elecciones, gana, gobierna y se reproduce mediante imantación: junta más como él, les da su cara de mierda, les pone el uniforme del partido y le nombra sucesor a dedo.
Yo también me reproduzco por imantación.
Pero para ello debo abandonar mi cuerpo físico, ser atravesado por una bala de burocracia y de silencio, mientras tú te quedas ahí, viendo humear tu arma. Porque tú eres burocrática: a base de plazos, formularios, facturas. A eso se reduce la civilización occidental. No hay más.
Los pájaros corren por el suelo, han olvidado volar. Eso ha quedado reservado a los insectos, pero para ello necesitan usar la piel humana como pista de aterrizaje. Por eso les han gravado el derecho a cutis con un impuesto del veinte por ciento. Encima se quejan, recuerdo el caso de un enorme mosquito que, debido a su sobrepeso, cuentan algunos que llegó a los cien kilos de carne de nematócero de primera calidad; necesitaba la espalda de una puta arqueando la espalda mientras es penetrada para poder despegar, y debido a que la prostitución es algo ilegal éste, además de pagar el impuesto, debía abonar una multa. No se quejaba por la multa, puesto que se alimentaba de cuerpos desnudos, le venía de perlas el sexo humano para encontrar víctimas distraídas y agotadas, sino por los impuestos que pagaba. Creo que ahora es ministro de finanzas del nuevo estado. Pero eso no tiene importancia.
Y no lo tiene porque tú estás en la misma situación que yo. Porque también vas a explotar. Porque te consumes, lo veo en tus ojos. Lo veo en tus músculos tensos.
Y todo esto para probar una conexión a internet.
Y renacer como una bola de fuego que empieza a arder a mi voluntad, porque yo soy eso mismo, igual que tú, igual que la mierda que se arrastra y adopta forma humana, se pone traje y se presenta a las elecciones, gana, gobierna y se reproduce mediante imantación: junta más como él, les da su cara de mierda, les pone el uniforme del partido y le nombra sucesor a dedo.
Yo también me reproduzco por imantación.
Pero para ello debo abandonar mi cuerpo físico, ser atravesado por una bala de burocracia y de silencio, mientras tú te quedas ahí, viendo humear tu arma. Porque tú eres burocrática: a base de plazos, formularios, facturas. A eso se reduce la civilización occidental. No hay más.
Los pájaros corren por el suelo, han olvidado volar. Eso ha quedado reservado a los insectos, pero para ello necesitan usar la piel humana como pista de aterrizaje. Por eso les han gravado el derecho a cutis con un impuesto del veinte por ciento. Encima se quejan, recuerdo el caso de un enorme mosquito que, debido a su sobrepeso, cuentan algunos que llegó a los cien kilos de carne de nematócero de primera calidad; necesitaba la espalda de una puta arqueando la espalda mientras es penetrada para poder despegar, y debido a que la prostitución es algo ilegal éste, además de pagar el impuesto, debía abonar una multa. No se quejaba por la multa, puesto que se alimentaba de cuerpos desnudos, le venía de perlas el sexo humano para encontrar víctimas distraídas y agotadas, sino por los impuestos que pagaba. Creo que ahora es ministro de finanzas del nuevo estado. Pero eso no tiene importancia.
Y no lo tiene porque tú estás en la misma situación que yo. Porque también vas a explotar. Porque te consumes, lo veo en tus ojos. Lo veo en tus músculos tensos.
Y todo esto para probar una conexión a internet.
viernes, septiembre 17, 2010
manowar
Barcelona es lo que tiene: sales a la calle a hacerte unas cañas el viernes y vuelves a casa el domingo tras haber visto a los Manowar de gorra.
martes, septiembre 14, 2010
miércoles, septiembre 08, 2010
miércoles, septiembre 01, 2010
martes, agosto 31, 2010
pino
-¿Otra vez de mudanza?
-Sí.
-¿Alguna vez piensas quedarte en un lugar fijo?
-No, no me gusta el pino.
-Sí.
-¿Alguna vez piensas quedarte en un lugar fijo?
-No, no me gusta el pino.
jueves, agosto 12, 2010
¡vete al infierno!
le saqué los ojos a un conejo,
tuve una erección.
simula el día tener concejo,
¿y si la noche con su acción
destroza el sentido común?
No quiero ir a Cancún,
prefiero pasar mis vacaciones
en el matadero
mirando cómo las nociones
de lo imperecedero
se desangran bajo los anos
de estreñidos canos.
por suerte siempre queda
alguna mujer,
aunque sea por una moneda
de cariño por placer;
pero siempre es lo mismo,
el mismo cataclismo,
la misma cabeza sin ojos
cubierta por lagrimones rojos.
no me lo quiero creer.
¡joder,
que me corro con una mirada
sensual y desgarrada!
azul o dorada,
o un susurro de madrugada
pero eso se ha perdido
antes de que fuera parido
y luego quieren sentido
y sexo consentido:
amor eterno,
¡vete al infierno!
martes, agosto 10, 2010
vacaciones
agua, piel roja, silencio (no puro)
no hacer nada y acabar agotado por el sol
y decidir usar los verbos como me dé la gana
construir las frases con el culo
girar mi humanidad
seguir con el sol enrojeciéndome
saber que nadie me molestará porque
he olvidado el cargador del móvil en la ciudad
y no me importa, más bien más alla
oler el mar y oír a los Dire Straits
libros, papel, guitarra y canciones en el horno
leer, escribir, componer
vacaciones
no hacer nada y acabar agotado por el sol
y decidir usar los verbos como me dé la gana
construir las frases con el culo
girar mi humanidad
seguir con el sol enrojeciéndome
saber que nadie me molestará porque
he olvidado el cargador del móvil en la ciudad
y no me importa, más bien más alla
oler el mar y oír a los Dire Straits
libros, papel, guitarra y canciones en el horno
leer, escribir, componer
vacaciones
lunes, julio 19, 2010
jueves, julio 08, 2010
con
El sexo con ella era maravilloso. Lástima que el de la otra parte del con no fuera quien escribe esta línea.
domingo, julio 04, 2010
silencio y sudor
al final del desenlace me quedo solo con mi silencio y con su sudor, y por mí que se pare el tiempo.
jueves, julio 01, 2010
hyde
me doy cuenta de que no me interesa
nada de lo que leo, nada de lo que escucho,
ni quedar bien,
ni quedar mal,
ni sonreír, ni pensar en cómo ser integrado,
respetado por los otros.
incluso respetado por la taza que me mira mal
porque la dejé sin café.
y mi cuerpo se queja: solo le meto eso y cerveza.
estoy destrozado por dentro y no sé cuánto me queda.
pero me da igual.
estoy enfermo de experiencias, de resaca, de recuerdos
-borrosos la mayoría-
y del sabor de sus labios en los míos.
y el escozor de mi mano al golpearla y estrangularla.
y el zumbido de sus gritos en mis oídos.
he olvidado quién soy, quién era, dónde voy
y esas putas preguntas metafísicas que los griegos
respondieron, o intentaron, antes que yo.
no soy griego, ni soy listo, ni soy sabio.
soy hyde.
nada de lo que leo, nada de lo que escucho,
ni quedar bien,
ni quedar mal,
ni sonreír, ni pensar en cómo ser integrado,
respetado por los otros.
incluso respetado por la taza que me mira mal
porque la dejé sin café.
y mi cuerpo se queja: solo le meto eso y cerveza.
estoy destrozado por dentro y no sé cuánto me queda.
pero me da igual.
estoy enfermo de experiencias, de resaca, de recuerdos
-borrosos la mayoría-
y del sabor de sus labios en los míos.
y el escozor de mi mano al golpearla y estrangularla.
y el zumbido de sus gritos en mis oídos.
he olvidado quién soy, quién era, dónde voy
y esas putas preguntas metafísicas que los griegos
respondieron, o intentaron, antes que yo.
no soy griego, ni soy listo, ni soy sabio.
soy hyde.
miércoles, junio 30, 2010
martes, junio 29, 2010
lunes, junio 21, 2010
La auténtica felicidad
La auténtica felicidad consiste en ver tres tuppers rebosantes de comida: me tembló el pulso mientras abría la bolsa y veía lo que había cocinado mi madre.
Maldito Maslow.
Maldito Maslow.
viernes, junio 18, 2010
al sofá
a veces me pregunto
si soy persona o animal
cada día peor
cada día pensando en beber más
escucho el Mercy Seat
y es de mí de quien habla
and I think my head is burning
y no hay mucho más que decir
estado de sitio
de la naturaleza humana
depredadores
usurpadores
¿no te das cuenta de ello?
si se ve igual que el sol a la mañana
¿no?
¿y no es lo que solías ser?
¿y qué solías ser tú, yo, nosotros?
¿qué solíamos ser?
ahora veo tantos restos de cristal en el suelo
tu rostro despojado de unidad
en mil pedazos me mira
y no siento nada
como si mirara algo que ya no es mío
porque el animal
no lo entiende
no sabe qué es
y simplemente lo ignora
y vuelve al sofá
a dormir
si soy persona o animal
cada día peor
cada día pensando en beber más
escucho el Mercy Seat
y es de mí de quien habla
and I think my head is burning
y no hay mucho más que decir
estado de sitio
de la naturaleza humana
depredadores
usurpadores
¿no te das cuenta de ello?
si se ve igual que el sol a la mañana
¿no?
¿y no es lo que solías ser?
¿y qué solías ser tú, yo, nosotros?
¿qué solíamos ser?
ahora veo tantos restos de cristal en el suelo
tu rostro despojado de unidad
en mil pedazos me mira
y no siento nada
como si mirara algo que ya no es mío
porque el animal
no lo entiende
no sabe qué es
y simplemente lo ignora
y vuelve al sofá
a dormir
lunes, junio 14, 2010
Paraguas
Estoy sentado en una de las sillas reservadas a ancianos, tullidos o embarazadas del tren subterráneo de Barcelona sosteniendo un paraguas víctima de la lluvia que azota el mundo exterior unos cuantos metros más arriba. Hoy ha sido un día de perros, he hecho más de cien minutos extra, remunerados con nada. Estoy estresado. Cansado. Y lucho por mantener los ojos abiertos en el vagón semidesértico.
Semidesértico si no fuera por la niña que está sentada ante mí. No más de trece años, mallas atigradas color café - negro y una camiseta que no sé por qué me ha hecho acordarme de Kurt Cobain si éste hubiera llevado camisetas negras estampadas. Hasta hace dos paradas estaba con una amiga, rubia. Ella es morena, y lleva gafas. Muy pequeña para mí, demasiado incluso para adoptar por un instante la personalidad de Humbert Humbert y desearla. Eso sí, le agradezco a su voz chillona de adolescente no haberme dormido una vez pasada la estación de Sagrada Familia.
Hace dos paradas se bajó su amiga, más guapa, sin gafas ni curvas, era un palo. Más pija.
Hace dos paradas se quedó la niña sola. A su derecha, más allá del asiento dejado por su partenaire hay un hombre de menos de treinta años, moreno y muy delgado. Es un tipo extraño: no deja de mirar a la niña. Viste elegantemente, y sus zapatos estarían en perfecto estado si no fuera por la lluvia. Me da mala espina. Mi instinto no se fía de él.
Mi instinto no es mu ágil, sin embargo lo tengo en cuenta cuando me dice algo. Y lo que me dice no me gusta.
Pronto el varón me da otra razón para desconfiar. Le dice algo a la niña. Intenta ser simpático. Es delgado, y su rostro es desasosegante. No por rasgos extraños. No por rasgos afilados. No por cicatrices. Justo como un depredador disfrazado para no asustar a la presa.
La niña le ríe la gracia, y me mira durante menos de un segundo. Está claro: no soy el único con esa sensación. El hombre vuelve a hablar, y veo su mandíbula deslizándose bajo la piel. El metro empieza a frenar y la niña se levanta, siendo respondida con un hasta luego. La sigo con la mirada y su ausencia de formas me vuelve a dar la razón: unos trece años. Miro al hombre, miro su mirada. La sigue. Para mala suerte de la niña apenas hay gente en el metro. Gracias a que éste gira puedo observar cómo se para en la penúltima pureta del último vagón.
A todo esto estoy con la cabeza medio ladeada, los ojos entrecerrados, y no porque tuviera sueño. Observo, preocupado por la niña.
Observo cómo el hombre se levanta. Es altísimo, por lo menos metro noventa. Lo vi acercándose a la puerta. Me levanto poco después. No me mira. Bajamos. Le sigo a la distancia.
Lo que pensaba. Sigue a la niña.
Salimos del metro. No llueve. Primero ella, a la distancia él. Yo más alejado. Llevo el paraguas en la mano derecha. Pienso que me peude ser útil.
Es una zona poco iluminada y aún menos transitada. Me acerco al hombre. Él se acerca a la niña. Acelera. Acelero. Se queda a pocos metros. La niña camina tranquila, no parece que se haya dado cuenta. En cambio yo sí.
Cuando queda nada decido pasar a la acción. Doy un par de zancadas más largas para alcanzarlo, y pregunto con suficiente voz como para que la niña pueda oírme -la calle está desierta- si me puede decir la hora. Se gira, visiblemente cabreado. Con un leve gesto cambio mi centro de atención a la chiquilla. Parece que por fin se ha dado cuenta de la situación y desaparece por una de las calles. El hombre hace un leve gesto para decirme que me vaya a la mierda, apreta instintivamente los puños.
Me dice que son las ocho y media, intenta girarse. Le vuelvo a preguntar si sabe dónde está la calle Verdi. Yo sé dónde está: cerca. Es una calle importante. Veo odio en sus ojos. Me indica mal. Sé que es a posta. Me hago el turista y pido más referencias. Cuando aprieta los labios decido dejarlo estar. La niña ya se habrá alejado lo suficiente.
Le doy las gracias y me marcho.
Vuelvo al metro, pensando en que mañana será un día muy largo. Intento no dormirme.
Semidesértico si no fuera por la niña que está sentada ante mí. No más de trece años, mallas atigradas color café - negro y una camiseta que no sé por qué me ha hecho acordarme de Kurt Cobain si éste hubiera llevado camisetas negras estampadas. Hasta hace dos paradas estaba con una amiga, rubia. Ella es morena, y lleva gafas. Muy pequeña para mí, demasiado incluso para adoptar por un instante la personalidad de Humbert Humbert y desearla. Eso sí, le agradezco a su voz chillona de adolescente no haberme dormido una vez pasada la estación de Sagrada Familia.
Hace dos paradas se bajó su amiga, más guapa, sin gafas ni curvas, era un palo. Más pija.
Hace dos paradas se quedó la niña sola. A su derecha, más allá del asiento dejado por su partenaire hay un hombre de menos de treinta años, moreno y muy delgado. Es un tipo extraño: no deja de mirar a la niña. Viste elegantemente, y sus zapatos estarían en perfecto estado si no fuera por la lluvia. Me da mala espina. Mi instinto no se fía de él.
Mi instinto no es mu ágil, sin embargo lo tengo en cuenta cuando me dice algo. Y lo que me dice no me gusta.
Pronto el varón me da otra razón para desconfiar. Le dice algo a la niña. Intenta ser simpático. Es delgado, y su rostro es desasosegante. No por rasgos extraños. No por rasgos afilados. No por cicatrices. Justo como un depredador disfrazado para no asustar a la presa.
La niña le ríe la gracia, y me mira durante menos de un segundo. Está claro: no soy el único con esa sensación. El hombre vuelve a hablar, y veo su mandíbula deslizándose bajo la piel. El metro empieza a frenar y la niña se levanta, siendo respondida con un hasta luego. La sigo con la mirada y su ausencia de formas me vuelve a dar la razón: unos trece años. Miro al hombre, miro su mirada. La sigue. Para mala suerte de la niña apenas hay gente en el metro. Gracias a que éste gira puedo observar cómo se para en la penúltima pureta del último vagón.
A todo esto estoy con la cabeza medio ladeada, los ojos entrecerrados, y no porque tuviera sueño. Observo, preocupado por la niña.
Observo cómo el hombre se levanta. Es altísimo, por lo menos metro noventa. Lo vi acercándose a la puerta. Me levanto poco después. No me mira. Bajamos. Le sigo a la distancia.
Lo que pensaba. Sigue a la niña.
Salimos del metro. No llueve. Primero ella, a la distancia él. Yo más alejado. Llevo el paraguas en la mano derecha. Pienso que me peude ser útil.
Es una zona poco iluminada y aún menos transitada. Me acerco al hombre. Él se acerca a la niña. Acelera. Acelero. Se queda a pocos metros. La niña camina tranquila, no parece que se haya dado cuenta. En cambio yo sí.
Cuando queda nada decido pasar a la acción. Doy un par de zancadas más largas para alcanzarlo, y pregunto con suficiente voz como para que la niña pueda oírme -la calle está desierta- si me puede decir la hora. Se gira, visiblemente cabreado. Con un leve gesto cambio mi centro de atención a la chiquilla. Parece que por fin se ha dado cuenta de la situación y desaparece por una de las calles. El hombre hace un leve gesto para decirme que me vaya a la mierda, apreta instintivamente los puños.
Me dice que son las ocho y media, intenta girarse. Le vuelvo a preguntar si sabe dónde está la calle Verdi. Yo sé dónde está: cerca. Es una calle importante. Veo odio en sus ojos. Me indica mal. Sé que es a posta. Me hago el turista y pido más referencias. Cuando aprieta los labios decido dejarlo estar. La niña ya se habrá alejado lo suficiente.
Le doy las gracias y me marcho.
Vuelvo al metro, pensando en que mañana será un día muy largo. Intento no dormirme.
viernes, junio 11, 2010
condiós
halitosis a necrosis
de un muerto por sobredosis,
un momento de esperpento
en sus ecos de lamento
mordisquea cuando arquea
su axila maniquea
tan valiente que de frente
es un eco muy corriente
cuantas vidas perdidas
por escuchar sus paridas
ni político raquítico
ni texto del levítico
aún no sé cómo empecé
a creer su paripé
tal vez su memez
me habría dejado pez
menos mal que al carcamal
le puse un buen final
¡adiós! ¡ve con Dios!
y como dicen aquí: ¡toca el dos!
de un muerto por sobredosis,
un momento de esperpento
en sus ecos de lamento
mordisquea cuando arquea
su axila maniquea
tan valiente que de frente
es un eco muy corriente
cuantas vidas perdidas
por escuchar sus paridas
ni político raquítico
ni texto del levítico
aún no sé cómo empecé
a creer su paripé
tal vez su memez
me habría dejado pez
menos mal que al carcamal
le puse un buen final
¡adiós! ¡ve con Dios!
y como dicen aquí: ¡toca el dos!
jueves, junio 10, 2010
martes, junio 08, 2010
sábado, junio 05, 2010
ayer admiré a una mujer
ayer admiré a una mujer
la vi mientras estaba en el metro
frente a la puerta
de pie
esperando a que llegara mi parada
o a que alguien se levantara
para poder sentarme
en Sagrada Familia
se abrió la puerta
del vagón
y entró:
tenía la mirada
perdida
y un bastón
blanco
como los que como ella
están ciegos
la observé durante dos paradas
a ella y a la bolsa verde con comida
que llevaba en una mano
y a la otra mano
agarrada en la baranda
con el bastón colgando
y bajó sin más
tras dos paradas
y sin más la admiré
la vi mientras estaba en el metro
frente a la puerta
de pie
esperando a que llegara mi parada
o a que alguien se levantara
para poder sentarme
en Sagrada Familia
se abrió la puerta
del vagón
y entró:
tenía la mirada
perdida
y un bastón
blanco
como los que como ella
están ciegos
la observé durante dos paradas
a ella y a la bolsa verde con comida
que llevaba en una mano
y a la otra mano
agarrada en la baranda
con el bastón colgando
y bajó sin más
tras dos paradas
y sin más la admiré
viernes, junio 04, 2010
Colgado en Nueva York
Es mi mundo y en él pongo las reglas
una constitución individual
que se funde en hielo,
un pecado capital
que nunca rompo más que quiero
como la regla de no transgredir la regla
como la regla de la coraza de mierda
como la regla de la voz quieta
como la de que no existes
pero en cambio estuviste
al otro lado de la regla
de la solidez de la piedra
¿y la que habla de no escribir
poemas de amor?
-cursi, vete a dormir-
merezco ser colgado en Nueva York.
al menos espero que hoy los vecinos
estén deshechos y follen bien bajito
una constitución individual
que se funde en hielo,
un pecado capital
que nunca rompo más que quiero
como la regla de no transgredir la regla
como la regla de la coraza de mierda
como la regla de la voz quieta
como la de que no existes
pero en cambio estuviste
al otro lado de la regla
de la solidez de la piedra
¿y la que habla de no escribir
poemas de amor?
-cursi, vete a dormir-
merezco ser colgado en Nueva York.
al menos espero que hoy los vecinos
estén deshechos y follen bien bajito
lunes, mayo 31, 2010
Mirando la pared
Sí, ya sé que debería estar durmiendo, que mañana madrugo, que luego voy zombie todo el santo día y que si pretendo llegar vivo al concierto tendré que enchufarme la máquina de café en la vena, si no seguro que acabo dormido en el vagón de metro dirección a ninguna parte. ¿Pero cómo quieres que duerma si acabo de escuchar a una pareja follar como si estuvieran justo detrás de mi cabeza?
Tengo que sacarme los gritos del orgasmo de ella de mi cabeza, si no no voy a conseguir pegar ojo. Qué tortura, cuando intento olvidarlo vuelve, pero como sexo cercano, sino como una cacofonía que se repite en los rincones más oscuros de mi depravación por definición hambrienta y desesperada. La depravación inherente a mi catalogación como ser humano. El monstruo que nunca dejo salir porque claro, soy una persona normal; lo único que le permito hacer es explayarse en negro sobre blanco. Mirando la pared. Sufriendo el tic-tac del reloj.
La mierda del reloj. La hora. Me doy cuenta de que estoy escribiendo en tiempo real: narrando lo que sucede a mi alrededor como si fuera un periodista contando su día a día entre las trincheras de una guerra no olvidada por puros intereses económicos. No siento nada ahora mismo, tan solo permito que mis dedos se muevan como ellos quieran sobre el teclado y no quiero tampoco pensar en lo de antes, para evitarlo escribo.
Es una mierda.
Lo sé. Lo sabes. Sé que lo sabes. Que lees esto por aburrimiento porque ¿a quién le importan las reflexiones trasnochadas y excitadas por un vecinal polvo paridas por la mente de un picateclas aburrido?
A mí no, por algo las encapsulo y las dejo flotando por el ciberespacio para que alguien las recoja y las lea, y mate así su tiempo, tiempo que de mi sueño he mutado.
Y sin más voy a intentar dormir y no mirar más la pared.
Tengo que sacarme los gritos del orgasmo de ella de mi cabeza, si no no voy a conseguir pegar ojo. Qué tortura, cuando intento olvidarlo vuelve, pero como sexo cercano, sino como una cacofonía que se repite en los rincones más oscuros de mi depravación por definición hambrienta y desesperada. La depravación inherente a mi catalogación como ser humano. El monstruo que nunca dejo salir porque claro, soy una persona normal; lo único que le permito hacer es explayarse en negro sobre blanco. Mirando la pared. Sufriendo el tic-tac del reloj.
La mierda del reloj. La hora. Me doy cuenta de que estoy escribiendo en tiempo real: narrando lo que sucede a mi alrededor como si fuera un periodista contando su día a día entre las trincheras de una guerra no olvidada por puros intereses económicos. No siento nada ahora mismo, tan solo permito que mis dedos se muevan como ellos quieran sobre el teclado y no quiero tampoco pensar en lo de antes, para evitarlo escribo.
Es una mierda.
Lo sé. Lo sabes. Sé que lo sabes. Que lees esto por aburrimiento porque ¿a quién le importan las reflexiones trasnochadas y excitadas por un vecinal polvo paridas por la mente de un picateclas aburrido?
A mí no, por algo las encapsulo y las dejo flotando por el ciberespacio para que alguien las recoja y las lea, y mate así su tiempo, tiempo que de mi sueño he mutado.
Y sin más voy a intentar dormir y no mirar más la pared.
sábado, mayo 22, 2010
barcelona
la luz
la luna que vive sola
la voz
la parada de metro
el mendigo sentado
envuelto en seguridad
la camarera del bar
la despedida
el encuentro
¡sorpresa!
no hay dos caras iguales
jamás
en esta ciudad
el grupo de homenaje
el olor a mierda
los pintas
las tías
los silencios
los barullos
la exclusividad
la masa
la pintura
la música
todo me encanta
en esta ciudad
y el mar
siempre el mar
aunque lo único que me llegue
sea su olor
la luna que vive sola
la voz
la parada de metro
el mendigo sentado
envuelto en seguridad
la camarera del bar
la despedida
el encuentro
¡sorpresa!
no hay dos caras iguales
jamás
en esta ciudad
el grupo de homenaje
el olor a mierda
los pintas
las tías
los silencios
los barullos
la exclusividad
la masa
la pintura
la música
todo me encanta
en esta ciudad
y el mar
siempre el mar
aunque lo único que me llegue
sea su olor
miércoles, mayo 19, 2010
miércoles, mayo 05, 2010
viernes, abril 16, 2010
propiedad privada
alguien dijo
al container lo que es del container
y yo le creo
él no
él toma
él se inclina y mediodesaparece
y saca algo
que ya nunca más será del container
y se lo da a otro que lo acompaña
ya son dos
cáncer
géminis
aries
capricornio
como si importara algo
como si importara alguien
como si de lado a lado del container
hubiera alguna diferencia
él le roba al container
a mí me roban mi tiempo
y a quien no está
representado en estas líneas
(¿tú?)
hace tiempo le robaron el ser
al container lo que es del container
y yo le creo
él no
él toma
él se inclina y mediodesaparece
y saca algo
que ya nunca más será del container
y se lo da a otro que lo acompaña
ya son dos
cáncer
géminis
aries
capricornio
como si importara algo
como si importara alguien
como si de lado a lado del container
hubiera alguna diferencia
él le roba al container
a mí me roban mi tiempo
y a quien no está
representado en estas líneas
(¿tú?)
hace tiempo le robaron el ser
domingo, abril 11, 2010
Agrietando el silencio
Mi cerebro es pequeño, simple y monotarea. Trabajar es una mierda, pero no por eso que estás pensando: no por los horarios, ni por las presiones ni el estrés, ni la obligación que supone, si no porque mi neurona es incapaz de hacer dos cosas creativas diferentes a la vez (y soy tremendamente generoso con mi neurona al considerar el trabajo como algo creativo y no simplemente como un ejercicio de escribir una serie de scripts, rutinario, copypasteado de otros y preguntando hasta por cada punto y coma que escribo).
Pero son las tres de la mañana y acabo de volver de un bar. ¿Qué hago escribiendo aquí? Ah sí, me lo han pedido, y tras pensarlo he llegado a la conclusión que si no es ahora, tras haber llegado de fiesta, con el cerebro girando en alguna dirección sin concretar; no lo voy a hacer hasta, seguramente, dos o tres semanas cuando sea todo definitivo.
Barcelona mola.
El trabajo me gusta.
Creo que me acostumbraré pronto. Es tan diferente a lo que estoy acostumbrado, al pueblo, a la provincia, a ir de turista a la ciudad y pasar unos días. Las mismas calles que he pateado como guiri de chancleta y calcetín ahora me parecen diferentes, aunque tan solo las he transitado una vez desde que estoy allá. O el metro: veo a los extranjeros al salir del curro y pienso que yo antes era uno de esos. Y ahora no. Y luego pienso en que cobraré, y cuando lo haga empezaré a cambiar mi vida, a tener grasa para poder encajar en la vida adulta, por encima de todos los que ahora están en el paro, de todos los que ahora están estudiando, de todos los que son lo mismo que yo era hasta que un golpe de suerte me hizo cambiar de vida.
Lástima que mi cerebro se niegue a aceptar mi nueva realidad y sus funciones recién adquiridas sin destruir las antiguas rutinas pero es que escribir es difícil. Miento y lo sé porque me siento y simplemente me basta con dejar que los dedos vayan solos apretando teclitas para que salgan solas las frases que se van construyendo a medida de que mueren solidificadas en los renglones de los que yo soy un simple catalizador entre su mundo de concreción verbal y los bytes que forman los paquetes que circulan en dirección al servidor de blogger. Lo que se me hace jodidamente imposible es ponerme delante de una pantalla tras estar nueve horas con los scripts; escribir a mano cuesta como cuesta pasarlo después a ordenador y entender mi letra.
Así que os ruego un poco de paciencia, espero haber recuperado la inspiración pronto.
Bueno, al menos ha ganado el Barça (cabrones, podríais haber metido un golito más y habría ganado la porra). No es que me importe, sin embargo he de pensar en la felicidad de los compañeros de trabajo, y me conviene saber de qué hablan cuando comentan el gol de Messi.
Pero son las tres de la mañana y acabo de volver de un bar. ¿Qué hago escribiendo aquí? Ah sí, me lo han pedido, y tras pensarlo he llegado a la conclusión que si no es ahora, tras haber llegado de fiesta, con el cerebro girando en alguna dirección sin concretar; no lo voy a hacer hasta, seguramente, dos o tres semanas cuando sea todo definitivo.
Barcelona mola.
El trabajo me gusta.
Creo que me acostumbraré pronto. Es tan diferente a lo que estoy acostumbrado, al pueblo, a la provincia, a ir de turista a la ciudad y pasar unos días. Las mismas calles que he pateado como guiri de chancleta y calcetín ahora me parecen diferentes, aunque tan solo las he transitado una vez desde que estoy allá. O el metro: veo a los extranjeros al salir del curro y pienso que yo antes era uno de esos. Y ahora no. Y luego pienso en que cobraré, y cuando lo haga empezaré a cambiar mi vida, a tener grasa para poder encajar en la vida adulta, por encima de todos los que ahora están en el paro, de todos los que ahora están estudiando, de todos los que son lo mismo que yo era hasta que un golpe de suerte me hizo cambiar de vida.
Lástima que mi cerebro se niegue a aceptar mi nueva realidad y sus funciones recién adquiridas sin destruir las antiguas rutinas pero es que escribir es difícil. Miento y lo sé porque me siento y simplemente me basta con dejar que los dedos vayan solos apretando teclitas para que salgan solas las frases que se van construyendo a medida de que mueren solidificadas en los renglones de los que yo soy un simple catalizador entre su mundo de concreción verbal y los bytes que forman los paquetes que circulan en dirección al servidor de blogger. Lo que se me hace jodidamente imposible es ponerme delante de una pantalla tras estar nueve horas con los scripts; escribir a mano cuesta como cuesta pasarlo después a ordenador y entender mi letra.
Así que os ruego un poco de paciencia, espero haber recuperado la inspiración pronto.
Bueno, al menos ha ganado el Barça (cabrones, podríais haber metido un golito más y habría ganado la porra). No es que me importe, sin embargo he de pensar en la felicidad de los compañeros de trabajo, y me conviene saber de qué hablan cuando comentan el gol de Messi.
sábado, marzo 27, 2010
Arrivederci! ah no, que allá hablan valenciano (mal pronunciado)
Nos vemos en Barcelona
no sé cuando volveré a escribir por aquí, las mudanzas no son cosa fácil y hay que encontrar quien te estafe menos en la conexión de internet, eso en este país es jodidillo.
fins després!
no sé cuando volveré a escribir por aquí, las mudanzas no son cosa fácil y hay que encontrar quien te estafe menos en la conexión de internet, eso en este país es jodidillo.
fins després!
lunes, marzo 22, 2010
dep kurt
Descanse En Paz
Kurt
Kurt
2009 - 2010
ya te echo de menos
espero que hayas sido feliz
en estos ocho meses
buen viaje, amigo
ya te echo de menos
espero que hayas sido feliz
en estos ocho meses
buen viaje, amigo
martes, marzo 16, 2010
Fantasma
(¡ya escribiré sobre los conciertos!)
Mentiría si dijera que me lo esperaba. Si por un solo instante esa idea se hubiera afincado en mi cabeza. No, aquello fue como un puñetazo en toda la boca, arrancándome de un solo golpe la extraña idealización en la que el tiempo había convertido mi infancia. No lo reconocí: estaba sobre el escenario, aporreando una mala guitarra de propiedad ajena con más alcohol en mi cuerpo del que debería y con un incipiente cabreo porque la organización nos estaba diciendo que quitáramos canciones porque no entrábamos dentro del tiempo. El escenario situado junto a la pared del fondo del centro social okupado dominaba la estancia y subido a él podía ver la gente que nos miraba, los pocos que bailaban. Era como mirar el pálido reflejo de un pasado mejor. Salvo unos pocos amigos que habían venido a vernos expresamente la mayoría del resto eran fantasmas. Y entonces se me acercó uno de ellos.
Me dijo algo pero entre el ruido, la borrachera, los nervios y que su boca estaba al mismo nivel que mis pies no logré entenderlo. El tío me sonreía, creo que me preguntó por el nombre del grupo, pero no estoy seguro. Maldita sea, quizá eso fue otro de los que se me acercaron. Me incorporé porque a las canciones no les gusta esperar, y vi cómo se alejó. Me fijé en él: clásico chándal de yonqui azul de esos que encierran la cabeza tras una capucha, pómulos marcados, ojos hundidos, piel clara, ojos marrones, alto.
Había visto esa cara antes. Muchas veces.
Me quedé helado. Seguimos tocando, pero ya no era lo mismo. Lo miraba, y me sonrió cuando se dio cuenta de que lo había reconocido. Había perdido las ganas de continuar, tan solo quería hablar con él, saber qué le había pasado para acabar así -aunque su aspecto hablaba por sí solo-, tan destruido. La última vez que le vi fue en una manifestación en contra de una guerra ilegal, pero estaba demasiado lejos y no pude alcanzarle. La otra fue durante 4º de la ESO, en el colegio. Ahora tengo veinticinco años.
Dos canciones después se me acercó. Nos saludamos correctamente. Una chispa de emoción encendió sus ojos muertos, seguramente la primera en mucho tiempo. Le miré y supe que gracias a que me vio había retrocedido todos esos años hasta el momento en el que hablamos por última vez. En clase se sentaba a mi lado, al final de nuestras respectivas filas (éramos unos cuarenta, hacinados como jubilados en la caja de ahorros el día de paga de la pensión) y hablamos mucho. Realmente él hablaba y yo escuchaba, demasiado sumergido en mis esfuerzos por seguir las clases impartidas por unos profesores incompetentes y de letra jeroglífica. Los baquetazos de Javi me devolvieron a la realidad: estaba en medio de un concierto.
Acabó el concierto, y empezamos a llevar el equipo a la furgoneta. Fuera hacía frío. Llevé lo más rápido posible el pesado amplificador al vehículo. Lo dejé y me giré, quedándome a hablar sobre lo mal que me habían salido muchas de las canciones y lo vi caminando a lo lejos, en dirección a la nave. Grité su nombre. Se giró. Caminé en su dirección, haciendo él lo mismo. Lo miré a los ojos: no había duda, era él. Misma voz, mismos rasgos, misma altura (siempre fue alto, altísimo, metro noventa tranquilamente). Mismos ojos, pero muertos. Enterrados. Nos abrazamos. Era todo hueso debajo de las capas de ropa.
Me dijo que supo que no le había reconocido, algo normal después de tanto tiempo y por lo demacrado que estaba. No contesté. Tenía razón, estaba demacrado: un fantasma del ayer. De lo que fue. Sonreía, sorprendido por haberme visto. Lo último que se imaginaba, dijo, fue que me vería tocando la guitarra en un grupo de punk-hardcore. Cuando me preguntó cómo había llegado ahí le dije lo que le digo a todo el mundo: que sinceramente no lo sabía. Que llevaba dos años en el grupo tocando la guitarra y que poco a poco iba aprendiendo. Me dijo que me vio muy suelto y que le gustaron las canciones. Sonrió. Sus ojos hundidos tras los pómulos me impresionaban. Tenía veinticinco años y aparentaba millones. Me acordé de Yonqui, el libro de William Burroughs, y sentí asco por haber sentido curiosidad por las drogas. Luego recordé lo que había escrito el americano, su forma aséptica y casi científica de definir la adicción, y sentí una pena infinita por el que fue durante años mi colega y amigo. La heroína como forma de vida. Nada más -ni siquiera deseo sexual-. Me lo imaginé pinchándose la vena, y cómo aguijonazo tras aguijonazo iba asesinándose un poco más. Lo tenía todo: era listo, con chispa, siempre hablando de ideales, de revolución; y encima se llevaba a las niñas de calle: era mi opuesto. Lo admiraba. Y ahora estaba muerto.
Le pregunté si estaba metido en el centro social okupado, y me dijo que no, antes sí, pero que ahora estaba viviendo en la Serratella de la recogida de naranja en una casa que le habían dejado y que no sabía cuánto tiempo podría seguir viviendo allá. Eso no está lejos de aquí, y hace cosa de un par de años decidí explorar la zona con unos amigos. En una zona hay unas cuantas viejas alquerías abandonadas, con las paredes llenas de pintadas en idiomas extraños y escombros limpios. Quizá le habían dejado una de ésas. Eso es lo que te da la droga, pensé. Lo único. Nada.
Me pidió que le avisara para el próximo concierto que diéramos. Tengo su número de teléfono. Le llamaré cuando toquemos, si volvemos a tocar por aquí. Así podré volver a ver el fantasma de lo que queda de mi amigo.
Mentiría si dijera que me lo esperaba. Si por un solo instante esa idea se hubiera afincado en mi cabeza. No, aquello fue como un puñetazo en toda la boca, arrancándome de un solo golpe la extraña idealización en la que el tiempo había convertido mi infancia. No lo reconocí: estaba sobre el escenario, aporreando una mala guitarra de propiedad ajena con más alcohol en mi cuerpo del que debería y con un incipiente cabreo porque la organización nos estaba diciendo que quitáramos canciones porque no entrábamos dentro del tiempo. El escenario situado junto a la pared del fondo del centro social okupado dominaba la estancia y subido a él podía ver la gente que nos miraba, los pocos que bailaban. Era como mirar el pálido reflejo de un pasado mejor. Salvo unos pocos amigos que habían venido a vernos expresamente la mayoría del resto eran fantasmas. Y entonces se me acercó uno de ellos.
Me dijo algo pero entre el ruido, la borrachera, los nervios y que su boca estaba al mismo nivel que mis pies no logré entenderlo. El tío me sonreía, creo que me preguntó por el nombre del grupo, pero no estoy seguro. Maldita sea, quizá eso fue otro de los que se me acercaron. Me incorporé porque a las canciones no les gusta esperar, y vi cómo se alejó. Me fijé en él: clásico chándal de yonqui azul de esos que encierran la cabeza tras una capucha, pómulos marcados, ojos hundidos, piel clara, ojos marrones, alto.
Había visto esa cara antes. Muchas veces.
Me quedé helado. Seguimos tocando, pero ya no era lo mismo. Lo miraba, y me sonrió cuando se dio cuenta de que lo había reconocido. Había perdido las ganas de continuar, tan solo quería hablar con él, saber qué le había pasado para acabar así -aunque su aspecto hablaba por sí solo-, tan destruido. La última vez que le vi fue en una manifestación en contra de una guerra ilegal, pero estaba demasiado lejos y no pude alcanzarle. La otra fue durante 4º de la ESO, en el colegio. Ahora tengo veinticinco años.
Dos canciones después se me acercó. Nos saludamos correctamente. Una chispa de emoción encendió sus ojos muertos, seguramente la primera en mucho tiempo. Le miré y supe que gracias a que me vio había retrocedido todos esos años hasta el momento en el que hablamos por última vez. En clase se sentaba a mi lado, al final de nuestras respectivas filas (éramos unos cuarenta, hacinados como jubilados en la caja de ahorros el día de paga de la pensión) y hablamos mucho. Realmente él hablaba y yo escuchaba, demasiado sumergido en mis esfuerzos por seguir las clases impartidas por unos profesores incompetentes y de letra jeroglífica. Los baquetazos de Javi me devolvieron a la realidad: estaba en medio de un concierto.
Acabó el concierto, y empezamos a llevar el equipo a la furgoneta. Fuera hacía frío. Llevé lo más rápido posible el pesado amplificador al vehículo. Lo dejé y me giré, quedándome a hablar sobre lo mal que me habían salido muchas de las canciones y lo vi caminando a lo lejos, en dirección a la nave. Grité su nombre. Se giró. Caminé en su dirección, haciendo él lo mismo. Lo miré a los ojos: no había duda, era él. Misma voz, mismos rasgos, misma altura (siempre fue alto, altísimo, metro noventa tranquilamente). Mismos ojos, pero muertos. Enterrados. Nos abrazamos. Era todo hueso debajo de las capas de ropa.
Me dijo que supo que no le había reconocido, algo normal después de tanto tiempo y por lo demacrado que estaba. No contesté. Tenía razón, estaba demacrado: un fantasma del ayer. De lo que fue. Sonreía, sorprendido por haberme visto. Lo último que se imaginaba, dijo, fue que me vería tocando la guitarra en un grupo de punk-hardcore. Cuando me preguntó cómo había llegado ahí le dije lo que le digo a todo el mundo: que sinceramente no lo sabía. Que llevaba dos años en el grupo tocando la guitarra y que poco a poco iba aprendiendo. Me dijo que me vio muy suelto y que le gustaron las canciones. Sonrió. Sus ojos hundidos tras los pómulos me impresionaban. Tenía veinticinco años y aparentaba millones. Me acordé de Yonqui, el libro de William Burroughs, y sentí asco por haber sentido curiosidad por las drogas. Luego recordé lo que había escrito el americano, su forma aséptica y casi científica de definir la adicción, y sentí una pena infinita por el que fue durante años mi colega y amigo. La heroína como forma de vida. Nada más -ni siquiera deseo sexual-. Me lo imaginé pinchándose la vena, y cómo aguijonazo tras aguijonazo iba asesinándose un poco más. Lo tenía todo: era listo, con chispa, siempre hablando de ideales, de revolución; y encima se llevaba a las niñas de calle: era mi opuesto. Lo admiraba. Y ahora estaba muerto.
Le pregunté si estaba metido en el centro social okupado, y me dijo que no, antes sí, pero que ahora estaba viviendo en la Serratella de la recogida de naranja en una casa que le habían dejado y que no sabía cuánto tiempo podría seguir viviendo allá. Eso no está lejos de aquí, y hace cosa de un par de años decidí explorar la zona con unos amigos. En una zona hay unas cuantas viejas alquerías abandonadas, con las paredes llenas de pintadas en idiomas extraños y escombros limpios. Quizá le habían dejado una de ésas. Eso es lo que te da la droga, pensé. Lo único. Nada.
Me pidió que le avisara para el próximo concierto que diéramos. Tengo su número de teléfono. Le llamaré cuando toquemos, si volvemos a tocar por aquí. Así podré volver a ver el fantasma de lo que queda de mi amigo.
domingo, marzo 14, 2010
tres horas
cuando duermes tres horas
en cincuenta
las palabras se convierten en herraduras
y las herraduras en nudos
y no sé qué es peor
alguien le cantó a la magdalena festa plena
¿por qué ayer fue diferente a hoy?
no lo sé
no lo puedo saber (sí quiero, sin embargo)
quiero pensar que es el sueño el que me hace tener
los ojos cerrados.
no es eso, ¿a quién quiero engañar?
nada tiene que ver ella, o que siempre
que la veía apareciera acompañada
por alguien.
pero me cuesta tanto tener los ojos abiertos
como si dios no quisiera
su contacto
la vida es cruel
como todo
en cincuenta
las palabras se convierten en herraduras
y las herraduras en nudos
y no sé qué es peor
alguien le cantó a la magdalena festa plena
¿por qué ayer fue diferente a hoy?
no lo sé
no lo puedo saber (sí quiero, sin embargo)
quiero pensar que es el sueño el que me hace tener
los ojos cerrados.
no es eso, ¿a quién quiero engañar?
nada tiene que ver ella, o que siempre
que la veía apareciera acompañada
por alguien.
pero me cuesta tanto tener los ojos abiertos
como si dios no quisiera
su contacto
la vida es cruel
como todo
viernes, marzo 12, 2010
ella pasó por mi barrio
ella pasó por mi barrio
y se acordó de mí
se acercó a la puerta
llamó
esperó
se impacientó
y tan solo
obtuvo silencio
como respuesta
no estaba
esa noche la dormí
en el calabozo
porque también
me acordé de ella
pero
en vez de acercarme
a su puerta
me amorré a una botella
y se acordó de mí
se acercó a la puerta
llamó
esperó
se impacientó
y tan solo
obtuvo silencio
como respuesta
no estaba
esa noche la dormí
en el calabozo
porque también
me acordé de ella
pero
en vez de acercarme
a su puerta
me amorré a una botella
martes, marzo 09, 2010
Robespierre quiere cortarme la cabeza
Robespierre quiere cortarme la cabeza. yo no.
Silencio.
Las voces que llegan del bosque son tétricas, oscuras
Siempre la traté bien.
¿Qué pretendía cuando empezó a bailar así?
Estoy escuchando funk
pero los documentales ya acabaron.
La artificialidad es tan natural como los hormigueros
y me la comía a besos. tendrá que imaginárselos
ríe nerviosa cuando digo obscenidades,
(con clase, por favor, no se piense usted que yo...)
pero no me paso
no se lo esperaba
está vedada.
get back, get back
Robespierre no quiere cortarme la cabeza
porque está muerto.
yo sí, pero no me la puedo arrancar
me da tanto miedo el dolor
y no tengo ni idea de cómo lo puedo hacer
¿a estirones?
¿a empujones?
mientras, una negra dice no-sé-qué de pecados
¿qué pecados? he perdido el significado de tantas palabras
hoy se han olvidado de quitarle sol al sol
Silencio.
Las voces que llegan del bosque son tétricas, oscuras
Siempre la traté bien.
¿Qué pretendía cuando empezó a bailar así?
Estoy escuchando funk
pero los documentales ya acabaron.
La artificialidad es tan natural como los hormigueros
y me la comía a besos. tendrá que imaginárselos
ríe nerviosa cuando digo obscenidades,
(con clase, por favor, no se piense usted que yo...)
pero no me paso
no se lo esperaba
está vedada.
get back, get back
Robespierre no quiere cortarme la cabeza
porque está muerto.
yo sí, pero no me la puedo arrancar
me da tanto miedo el dolor
y no tengo ni idea de cómo lo puedo hacer
¿a estirones?
¿a empujones?
mientras, una negra dice no-sé-qué de pecados
¿qué pecados? he perdido el significado de tantas palabras
hoy se han olvidado de quitarle sol al sol
jueves, marzo 04, 2010
zorra
quiero meter mi mano bajo tu falda
empujarte
y llamarte puta
porque lo eres
porque te gusta
quiero meterte los dedos hasta el fondo
y sientas el amor
qué es para mí
qué es para ti
qué es si no
qué es
amarte con dolor
ver mis dedos marcados en
tu culo
zorra
follarte, que es para lo único que vales
no escuchas, no hablas
-no dices nada importante
aunque de tu boca no paran
de escaparse palabras
sin sentido-
no eres nada más
que un coño caliente
que espera su ración de polla
pero que no te mereces
¿qué tienes que ofrecer?
y aun así me miras
con ojos llorosos por el deseo
mis dedos están calados
y tú
¡tú!
tú eres mi perra esta noche
aunque estés vacía
y no me importe
zorra
empujarte
y llamarte puta
porque lo eres
porque te gusta
quiero meterte los dedos hasta el fondo
y sientas el amor
qué es para mí
qué es para ti
qué es si no
qué es
amarte con dolor
ver mis dedos marcados en
tu culo
zorra
follarte, que es para lo único que vales
no escuchas, no hablas
-no dices nada importante
aunque de tu boca no paran
de escaparse palabras
sin sentido-
no eres nada más
que un coño caliente
que espera su ración de polla
pero que no te mereces
¿qué tienes que ofrecer?
y aun así me miras
con ojos llorosos por el deseo
mis dedos están calados
y tú
¡tú!
tú eres mi perra esta noche
aunque estés vacía
y no me importe
zorra
miércoles, marzo 03, 2010
Georgia on my mind
Siempre me he preguntado qué extraño giro de guión de tantas películas españolas me han escondido para hace que el futuro suicida acabe con el cañón de una pistola en la boca mientras disfruta de sus postreros pensamientos como ser vivo. Ahora que yo tengo una entre mis dientes me doy cuenta que eso ha de ser lo último que tiene que pasar por la cabeza de alguien que quiere quitarse la vida. El cañón está frío y el punto de mira se me clava en el paladar, justo detrás de los incisivos. Es muy incómodo tener una Beretta 92 en la boca, pero la decisión ya está tomada.
Estoy de pie en el salón de mi bonita casa, o más bien la casa del banco ya que aún no he conseguido acabar de pagarla, mientras la voz de Ray Charles lo envuelve todo: está llorándole a su querida Georgia. Quizá no es la canción que habría elegido otro, pero a mí me transmite la suficiente tranquilidad como para apretar el gatillo. Me sorprende el peso de la pistola. No me tiembla el pulso -gracias Ray- sin embargo los 950 gramos de la semiautomática italiana hacen que se parezca tan poco a mis ideas preconcebidas basadas en esas armas que con tanta ligereza llevan los actores en sus películas y series y que disparan corriendo, con el corazón a mil y consiguen reventar la cabeza del malo, o bueno, de turno. Yo no podría, pero claro, soy una persona normal.
Miro de reojo la nota de despedida que he dejado, si me esfuerzo puedo hasta entender mi letra: Amada María: lo siento mucho pero... y en el resto de líneas explico por qué lo voy a hacer. No creo que me entiendan, es más, nadie lo hará ya que se supone que tengo una vida plena como padre de familia, trabajador, con mi casa, mi coche y tantos proyectos en mente. Ni yo lo acabo de entender si he de serme sincero. En el texto le digo que no es por ella, ni por nadie, simplemente he perdido las ganas de vivir. Que la quiero mucho, y que espero que algún día me perdonen tanto ella como Sandra, mi pequeña Sandra. Las echaré tanto de menos.
Tampoco es que crea que hay otra vida y que voy corriendo a abrazarla. No, no soy un imbécil de esos que creen que existe un Paraíso, un Purgatorio o un Infierno; aunque el mismísimo Dante Alighieri se me aparaciera ahora mismo para gritármelo e intentar sacarme la Beretta de mi boca. Eso sería mentirme, y realmente me da igual qué es lo que me pasará después del acto. Mancharé la pared con mi sangre y mis sesos, que seguramente harán un gran círculo viscoso en alguno de los cuadros que tengo detrás. Mi cabeza saldrá disparada hacia atrás, latigueará y con suerte se me reventará alguna vértebra por la potencia del impacto y rebotará toda la energía; y caeré al suelo poco después de que lo haga el casquillo vacío.
Hoy es mi cumpleaños. Cuarenta años, ni uno más ni uno menos, y me voy a hacer el mayor regalo que uno puede hacerse a sí mismo: voy a ponerle fin a mi vida. Solo he hecho que retrasar este momento desde hace veinte, y si esperara veinte más lo único que haría sería aumentar ese impasse hasta otro posible fin, percutado, ahorcado o cortado. Tengo la sensación de que todo lo que he hecho ha sido ver pasar días, meses y años, y caras vacías, y vidas vacías, y la mía se ha convertido en una de ellas. Ahora le encuentro un pequeño sentido: morir. Es lo único que hay, absoluto, incontestable: nacemos para morir, y qué mayor poder puede tener una persona que decidir el cómo, cuándo y por qué de esta necesidad. Pienso en las alegrías y las tristezas, las caras, las voces, los polvos, las mujeres, las drogas, la diversión; y lo veo todo falso, insulso. Llevo ya veinte años muerto, de eso estoy seguro, y de los veinte primeros no quiero ni recordarlos, no sea que me dé cuenta de cómo desde que nací fui enterrado vivo por mí mismo, con la ayuda de aquellos a quien llamé familia, amigos, novias. Mucho llevo ya intentando verle un sentido a todo esto, y es ahora cuando lo he encontrado: no tiene, la muerte.
Intento vocalizar las esas palabras, la y muerte, lo único que me sale es un sonido extraño y gutural más similar a ahueque. Sonrío. Esa será mi última palabra: ahueque. Eso es lo que voy a hacer, ahuecar para los demás, retirarme del servicio. Lo apuntaría en la nota, pero nadie lo entendería. Ese pensamiento también me hace sonreír. Y qué mejor que morir con una sonrisa en la boca, en torno al cañón. Al final hasta haré que ésto sea divertido, yo que me esperaba cagarme de miedo. ¡Mira papá, ya soy mayor; me voy a reventar la sesera y lo voy a hacer lo mejor posible! Joder, todo parece ahora tan lejano, tan gris; lo que antes me hacía vibrar ahora lo veo como una soberana gilipollez. Me enterré vivo y cavé hacia abajo, ahora miro atrás y por la tierra se filtra algo de luz, ¿o es alguna central nuclear explotando? ¿La supernova de mi cordura? Pongo el dedo sobre el gatillo. El arma está preparada, empiezo a aplicar presión con el dedo índice de mi mano derecha mientras vuelan los últimos acordes de la canción. No peace, no peace I find just this old, sweet song keeps Georgia on my mind. I said just an old sweet song, keeps Georgia on my mind.
Bang.
domingo, febrero 28, 2010
yo soy
yo soy la voz
yo soy la palabra
yo soy el bien
yo soy el mal
yo soy el verbo
y soy el adjetivo
yo soy la salvación
y la condenación
yo soy todo
lo que tú nunca podrás ser
yo soy el silencio
yo soy el ruido
yo soy el círculo
que envuelve la verdad
yo soy el bautizo
y soy la extremaunción
yo soy el juez
yo soy el verdugo
yo soy el exculpador
y yo soy el diablo
cuando va vestido de dios
y yo soy dios
cuando va desnudo
yo soy la cicatriz
yo soy la herida mal curada
y el muñón
y la reconstrucción perfecta
y el libro de filosofía
y el necronomicón
yo soy el águila
yo soy el escorpión
yo soy quien te dice
lo que no quieres oír
yo soy quintacolumna
yo soy héroe libertador
yo soy un tío bueno
y un estafador
soy tantas cosas que
a veces olvido quién soy
yo soy la palabra
yo soy el bien
yo soy el mal
yo soy el verbo
y soy el adjetivo
yo soy la salvación
y la condenación
yo soy todo
lo que tú nunca podrás ser
yo soy el silencio
yo soy el ruido
yo soy el círculo
que envuelve la verdad
yo soy el bautizo
y soy la extremaunción
yo soy el juez
yo soy el verdugo
yo soy el exculpador
y yo soy el diablo
cuando va vestido de dios
y yo soy dios
cuando va desnudo
yo soy la cicatriz
yo soy la herida mal curada
y el muñón
y la reconstrucción perfecta
y el libro de filosofía
y el necronomicón
yo soy el águila
yo soy el escorpión
yo soy quien te dice
lo que no quieres oír
yo soy quintacolumna
yo soy héroe libertador
yo soy un tío bueno
y un estafador
soy tantas cosas que
a veces olvido quién soy
sábado, febrero 27, 2010
gastrointeritis
quiero rajarme la tripa y
meter las manos y
sacar todas mis entrañas para
ponerlas encima de la mesa y
mirar en ellas qué es lo que
me hace sufrir tanto y hace que
no pueda caminar erguido y
no me deja ni comer.
quiero mirarlas, ensangrentadas y
viscosas, y ver cómo se retuercen como
me retuerzo yo por su jodida culpa.
quiero querer ver su cara entre
intestinos y bilis y lo único que puedo ver son
intestinos y bilis.
no me alcanza para ver los virus pero
sí para sentir el dolor y
el vacío del hambre, infinito como
el silencio del burdel
en el que todas las putas ya
han muerto de sífilis.
estoy ojeroso, cansado y flaco, y
pienso en su olor, caliente, húmedo en mi
paladar y mi lengua, y lo único que siento
es un pinchazo, agudo, interminable, y
es lo único que siento.
y quiero sacarme las tripas para
entender qué me está pasando, y
verlo todo claro, pero
es imposible.
y como no puedo ni queriendo solo
puedo consolarme con que al menos
mañana saldrá el
sol, que a él le da igual si
tengo gastrointeritis o
no.
meter las manos y
sacar todas mis entrañas para
ponerlas encima de la mesa y
mirar en ellas qué es lo que
me hace sufrir tanto y hace que
no pueda caminar erguido y
no me deja ni comer.
quiero mirarlas, ensangrentadas y
viscosas, y ver cómo se retuercen como
me retuerzo yo por su jodida culpa.
quiero querer ver su cara entre
intestinos y bilis y lo único que puedo ver son
intestinos y bilis.
no me alcanza para ver los virus pero
sí para sentir el dolor y
el vacío del hambre, infinito como
el silencio del burdel
en el que todas las putas ya
han muerto de sífilis.
estoy ojeroso, cansado y flaco, y
pienso en su olor, caliente, húmedo en mi
paladar y mi lengua, y lo único que siento
es un pinchazo, agudo, interminable, y
es lo único que siento.
y quiero sacarme las tripas para
entender qué me está pasando, y
verlo todo claro, pero
es imposible.
y como no puedo ni queriendo solo
puedo consolarme con que al menos
mañana saldrá el
sol, que a él le da igual si
tengo gastrointeritis o
no.
miércoles, febrero 24, 2010
Sin importancia
Hoy perdí la fe en la condición humana.
Hoy perdí la esperanza.
Hoy perdí la pérdida de mí mismo.
Hoy te miré, y te entendí,
y entendí que tras tus ojos azules no había nada.
O todo. O lo de siempre. O lo que yo no soy.
Porque eres incapaz de mirarme cuando follas.
Porque jamás me escribirás una carta de puño y letra.
Porque jamás me llamarás y dirás: me he envilecido.
Y sé lo que soy, qué guardo en mi cerebro,
qué doy, qué tengo, qué quiero, qué espero.
Nada.
Como lo que tú me puedes aportar:
me equivoqué con tantas cosas.
Miento. Quise equivocarme.
Al menos ésto te servirá para conocerme
un poco más.
No me queda nada más que decirte.
PD: Las cosas importan hasta que dejan de importar.
Hoy perdí la esperanza.
Hoy perdí la pérdida de mí mismo.
Hoy te miré, y te entendí,
y entendí que tras tus ojos azules no había nada.
O todo. O lo de siempre. O lo que yo no soy.
Porque eres incapaz de mirarme cuando follas.
Porque jamás me escribirás una carta de puño y letra.
Porque jamás me llamarás y dirás: me he envilecido.
Y sé lo que soy, qué guardo en mi cerebro,
qué doy, qué tengo, qué quiero, qué espero.
Nada.
Como lo que tú me puedes aportar:
me equivoqué con tantas cosas.
Miento. Quise equivocarme.
Al menos ésto te servirá para conocerme
un poco más.
No me queda nada más que decirte.
PD: Las cosas importan hasta que dejan de importar.
martes, febrero 16, 2010
Lluvia
La lluvia cala
mis huesos invernales
deshaciéndolos
__________________
La plutja cala
els meus ossos hivernals
desfent-los del tot
(
mira, Cris!
t'ho he traduït al català i tot!
estic normalitzat!
)
mis huesos invernales
deshaciéndolos
__________________
La plutja cala
els meus ossos hivernals
desfent-los del tot
(
mira, Cris!
t'ho he traduït al català i tot!
estic normalitzat!
)
lunes, febrero 15, 2010
Fondo de maquillaje
Blanca nunca fue una persona muy ordenada, sin embargo sí mantenía una escrupulosa y metódica organización en lo referente a los productos de higiene personal, en el maquillaje. Era algo casi automático, un proceso que empezaba y acababa y donde el cerebro siempre quedaba relegado a un agradecido letargo después del duro trabajo que supone madrugar y ducharse. Los miró, puestos a la derecha del grifo según la prioridad de uso y después se miró al espejo, igual que siempre. Se fijó en sus ojos verdes. Le encantaban. Era lo único que le gustaba de su cuerpo minusvalorado. Se fijó en sus labios que le parecían demasiado finos, y en sus orejas, o en su pelo lacio, no del todo perfecto.
Tenía las facciones cansadas, tristes. Más tristes de lo normal. Llevó su atención hacia los productos, tomando la esponjilla, haciéndola rozar sobre el fondo (esa mañana había pensado en aplicarse algo sencillo, poco llamativo; no estaba con ánimos) y llevándola hacia el punto de su mejilla donde siempre aplicaba la primera caricia cromática.
Se detuvo.
La esponjilla estaba a un centímetro de su piel, pero la imagen devuelta por el espejo no era ella. Técnicamente sí, pero con unos cuantos años menos, no le costó reconocerse. Se quedó paralizada, lo único que se desplazaba era una lágrima que, triunfal, paseaba mejilla abajo. Era la niña que llevaba dentro, la que empezó la situación en la que se encontraba, y su mirada le pedía una explicación.
Pestañeó, pero nada cambió. La mirada de ella niña se volvió más dura.
-¿Por qué ha pasado todo ésto? ¿Por qué lo has permitido?
Blanca sentía sus lágrimas resbalándose más y más rápido, hacían lo mismo por su ella niña. Eran las mismas. No podía hablar. La esponjilla cayó desde sus dedos, su mano descendió lentamente. Las respuestas se anudaron en su garganta. Dolía. Como su cabeza, su pecho, su estómago.
-¿Por qué? -repitió ella niña.
Se sentía a punto de desmoronarse. Débil, herida de muerte. Pestañeó.
El rostro, con el pestañeo, perdió vida, piel, carne. Se convirtió en una faz putrefacta, llena de pústulas, sangre, y hueso en algunas partes. Las cuencas de los ojos vacía.
-¿Por qué me has matado?
Un puño agredió la puerta desde fuera.
-¿Quieres salir de una puta vez del baño? Maldita seas.
Se giró, asustada. El pestillo la protegía. Cada una de las sílabas y los golpes en la puerta la atravesaron como si su cuerpo fuera de mantequilla. Hacía tiempo que sus palabras tan solo le causaban sufrimiento, eso y sexo egoísta (ya no podía recordar la última vez que llegó a un orgasmo con él, si es que lo había hecho alguna vez) era lo único que recibía a cambio de su devoción. Cuando volvió al espejo comprobó que su rostro volvió a ser el mismo de siempre, el de la devota de un Dios Caído, un Diablo disfrazado con las ropas que ella le puso. Su cara estaba cubierta de lágrimas, desnuda. Vacía de vida desde hacía años. Por eso era para ella tan importante maquillarse, era no pensar en el asco que se daba a ella misma.
-!Joder! -dijo la desagradable voz masculina.
-¿Era esto lo que querías, Blanca? -masculló, luchando por no volver a sus tres años, por no morir por un abrazo que le dijera que todo estaba bien. Que todo se arreglaría.
Porque sabía que nada se arreglaría ya, se veía sin fuerzas.
Ya estaba muerta.
Tenía las facciones cansadas, tristes. Más tristes de lo normal. Llevó su atención hacia los productos, tomando la esponjilla, haciéndola rozar sobre el fondo (esa mañana había pensado en aplicarse algo sencillo, poco llamativo; no estaba con ánimos) y llevándola hacia el punto de su mejilla donde siempre aplicaba la primera caricia cromática.
Se detuvo.
La esponjilla estaba a un centímetro de su piel, pero la imagen devuelta por el espejo no era ella. Técnicamente sí, pero con unos cuantos años menos, no le costó reconocerse. Se quedó paralizada, lo único que se desplazaba era una lágrima que, triunfal, paseaba mejilla abajo. Era la niña que llevaba dentro, la que empezó la situación en la que se encontraba, y su mirada le pedía una explicación.
Pestañeó, pero nada cambió. La mirada de ella niña se volvió más dura.
-¿Por qué ha pasado todo ésto? ¿Por qué lo has permitido?
Blanca sentía sus lágrimas resbalándose más y más rápido, hacían lo mismo por su ella niña. Eran las mismas. No podía hablar. La esponjilla cayó desde sus dedos, su mano descendió lentamente. Las respuestas se anudaron en su garganta. Dolía. Como su cabeza, su pecho, su estómago.
-¿Por qué? -repitió ella niña.
Se sentía a punto de desmoronarse. Débil, herida de muerte. Pestañeó.
El rostro, con el pestañeo, perdió vida, piel, carne. Se convirtió en una faz putrefacta, llena de pústulas, sangre, y hueso en algunas partes. Las cuencas de los ojos vacía.
-¿Por qué me has matado?
Un puño agredió la puerta desde fuera.
-¿Quieres salir de una puta vez del baño? Maldita seas.
Se giró, asustada. El pestillo la protegía. Cada una de las sílabas y los golpes en la puerta la atravesaron como si su cuerpo fuera de mantequilla. Hacía tiempo que sus palabras tan solo le causaban sufrimiento, eso y sexo egoísta (ya no podía recordar la última vez que llegó a un orgasmo con él, si es que lo había hecho alguna vez) era lo único que recibía a cambio de su devoción. Cuando volvió al espejo comprobó que su rostro volvió a ser el mismo de siempre, el de la devota de un Dios Caído, un Diablo disfrazado con las ropas que ella le puso. Su cara estaba cubierta de lágrimas, desnuda. Vacía de vida desde hacía años. Por eso era para ella tan importante maquillarse, era no pensar en el asco que se daba a ella misma.
-!Joder! -dijo la desagradable voz masculina.
-¿Era esto lo que querías, Blanca? -masculló, luchando por no volver a sus tres años, por no morir por un abrazo que le dijera que todo estaba bien. Que todo se arreglaría.
Porque sabía que nada se arreglaría ya, se veía sin fuerzas.
Ya estaba muerta.
domingo, febrero 14, 2010
Tiger Lillies again
Los Tiger Lillies actúan en España. Eso es bueno.
El cinco y seis de marzo. Eso también es bueno.
En Málaga. Eso es malo.
Mierda.
¿Alguien se viene?
viernes, febrero 12, 2010
puzzle
me gusta, me atrae, la deseo
y el puzzle de su cabeza
es demasiado sabroso
para mí
(es perfecta)
estoy perdido
y el puzzle de su cabeza
es demasiado sabroso
para mí
(es perfecta)
estoy perdido
martes, febrero 09, 2010
y volvió el gato
las voces callan
los huesos no
palmeras, tierra, gafas
la mar va a embarrancar
maúlla la sombra negra
le va la vida en ello
la lluvia anega el suelo
el gato quiere sofá y comida
sabe lo que hay fuera
su hocico está marcado
y maúlla
es todo esperanza
pero no sabe
que lo di por muerto
por muerto
mil veces por muerto
no es consciente
de sus actos
es un gato
y no ve la rueda
ni sé qué ha podido hacer
ni me importa
sonrío al verlo
jesucristo renacido
-¿has aprendido algo, gato?
restrega su hocico contra
mi cara
sí. él sí -pienso- yo también
a su manera ha aprendido
y yo a la mía
sus heridas hablan por él
mis ideas: tiene suerte de no saberlas
los huesos no
palmeras, tierra, gafas
la mar va a embarrancar
maúlla la sombra negra
le va la vida en ello
la lluvia anega el suelo
el gato quiere sofá y comida
sabe lo que hay fuera
su hocico está marcado
y maúlla
es todo esperanza
pero no sabe
que lo di por muerto
por muerto
mil veces por muerto
no es consciente
de sus actos
es un gato
y no ve la rueda
ni sé qué ha podido hacer
ni me importa
sonrío al verlo
jesucristo renacido
-¿has aprendido algo, gato?
restrega su hocico contra
mi cara
sí. él sí -pienso- yo también
a su manera ha aprendido
y yo a la mía
sus heridas hablan por él
mis ideas: tiene suerte de no saberlas
lunes, febrero 08, 2010
fantástico
no puedo luchar
ni contra fantasmas
ni contra ilusiones
ni contra espejismos
ni siquiera tragar la mezcla de
tinta y alcohol
tras echar versos al vino barato
en silencio
solo tengo piel
grasa
huesos
y cicatrices:
recuerdos.
nada del otro mundo
nada especial
lo sé
tolkien jamás me habría usado
uno, cero, uno, cero, uno, cero, uno, cero
la decisión más racional
me digo
es el puto mal menor
me arde la garganta al decirlo
ya lo sabía
libertad ante todo
pero tú no lo eres
estás en otra liga
otro mundo
especies diferentes
me lo temía
y yo que solo me conformaba
con oírte ronronear
ni contra fantasmas
ni contra ilusiones
ni contra espejismos
ni siquiera tragar la mezcla de
tinta y alcohol
tras echar versos al vino barato
en silencio
solo tengo piel
grasa
huesos
y cicatrices:
recuerdos.
nada del otro mundo
nada especial
lo sé
tolkien jamás me habría usado
uno, cero, uno, cero, uno, cero, uno, cero
la decisión más racional
me digo
es el puto mal menor
me arde la garganta al decirlo
ya lo sabía
libertad ante todo
pero tú no lo eres
estás en otra liga
otro mundo
especies diferentes
me lo temía
y yo que solo me conformaba
con oírte ronronear
sábado, enero 30, 2010
tímida
mírame a los ojos mientras te follo
dices que eres tímida
que te cuesta mirar a los ojos
pero... joder
estoy encadenado a ellos
cadenciosamente
azules
como los míos, pero
diferentes, como tú y yo:
cartas extrañas
en la misma baraja
trucada
te pido que me mires
te lo pido y me haces caso
pero te cuesta
como si te quemara
y los cierras
y te digo: -ábrelos
me haces caso
pero
poco
me encanta
los vuelves a cerrar
y después me preguntas:
-¿es que nunca cierras tú
los ojos?
-¿para qué?
¿para perderme el espectáculo?
dices que eres tímida
que te cuesta mirar a los ojos
pero... joder
estoy encadenado a ellos
cadenciosamente
azules
como los míos, pero
diferentes, como tú y yo:
cartas extrañas
en la misma baraja
trucada
te pido que me mires
te lo pido y me haces caso
pero te cuesta
como si te quemara
y los cierras
y te digo: -ábrelos
me haces caso
pero
poco
me encanta
los vuelves a cerrar
y después me preguntas:
-¿es que nunca cierras tú
los ojos?
-¿para qué?
¿para perderme el espectáculo?
lunes, enero 11, 2010
Pestañas
Cada una de sus pestañas era como una fina y pequeña cuchilla que me cortaban el alma cada vez que sus párpados caían como sólo ella sabía dejarlos caer. No necesitaba más para arrastrarme a su terreno para después lanzarme en el pozo sin fondo del deseo y ser su títere. Le gustaba sentir dolor, pero sólo cuando nuestros cuerpos luchaban en un tête-à-tête de cuero, látex y piel. Era caprichosa, al igual que las marcas que dejaba en mi cuerpo mientras la vorágine de nervios excitados enterraba su mojigata y habitual forma de ser.
Se ha marchado. Miro la hora: las doce del mediodía. La cabeza me da vueltas después de todo lo que bebí anoche. Los libros están esparcidos por la habitación, hay restos de ceniza. Me pregunto si volveré a verla, y si realmente quiero hacerlo. Estoy muy mal: tengo el cuerpo dolorido y amoratado, y hay restos de sangre en las sábanas. Sé que es de los dos. Puedo olerla todavía. Me excito. Su aroma me recuerda a todo lo que pasó la noche anterior, en cómo la conocí a la salida de la discoteca y acabamos en esta habitación. Fue todo tan rápido que incluso me parece sacado de la fantasía de un pajero quinceañero que lucha por encontrar nuevo material porno en la época de los módems de 56K. Taxi y hasta aquí. Es su habitación. Es su casa. Me levanto y decido darme una ducha.
Miro mi desnudez en el espejo: la barba de tres días, el tatuaje en el hombro derecho, la sangre reseca. Pienso que voy a necesitar una gran excusa que contarle a mi pareja, intento encontrar alguna y acabo decidiendo que lo mejor será contárselo. Ella ya me conoce. Y si se enfada me va a dar igual, tampoco va a pasar nada si la pierdo, así es la vida. Sí, me gusta, creo que se lo diré cuando empiece a insultarme y, quién sabe, a lanzarme cosas.
Me meto en la ducha y abro el grifo. El agua hierve, irritando las heridas. Duele. El dolor me traslada a anoche, a la diosa castigadora que me infligió tanto que me ha hecho perder el norte de mi vida. Cierro los ojos y la veo sobre mí, mirándome y con sonrisa de loca. Es una bestia desbocada, y lo único que hice fue decirle 'hola, ¿nos acostamos?'. Algo tuve que haber despertado sin querer, estas cosas no me pasan nunca y lo que suelo recibir como respuesta son risas o alguna mala mirada; pero no, ella me miró como una poseída por el mismísimo diablo, y entreabrió los labios. La siguiente vez que los entreabrió así fue para morderme el pecho ya sentada sobre mí y herirme.
Pasó la lengua por sus labios cubiertos con mi sangre, esparciéndola. Y luego me besó, y me mordió el labio. Fue salvaje, un ritual animal donde millones de años de evolución se esfumaron triturados bajo el peso del animalismo que nos recorría. La mordí en un pezón y gritó de dolor, y de pasión. Cuanto más sufría, más se excitaba, y más me excitaba yo también. La abofeteé girando su rostro, y al volver a mirarme sus ojos ardían con aún más fuerza. Se lanzó sobre mí, y se sentó exhalando de un golpe los últimos restos de consciencia que le quedaban. Empezamos a movernos al unísono, violentamente. Nos mordíamos, apretábamos, y nos estrangulábamos. Follamos sin parar. Fue salvaje.
No sabría decir si mientras duró me gustó, tengo un recuerdo enfrentado: lo más a lo que puedo asociarlo, y aún así ni de lejos se le asemeja, es lo que puedo vivir en una montaña rusa. Ahora que ya ha pasado lo único que sé es que nada volverá a ser igual. Creo que la amo.
Estoy muy excitado. Dijo que volvería pronto. Salgo de la ducha. Escucho sus llaves y miro hacia la puerta. Sonrío. Es ella, y trae nata.
Se ha marchado. Miro la hora: las doce del mediodía. La cabeza me da vueltas después de todo lo que bebí anoche. Los libros están esparcidos por la habitación, hay restos de ceniza. Me pregunto si volveré a verla, y si realmente quiero hacerlo. Estoy muy mal: tengo el cuerpo dolorido y amoratado, y hay restos de sangre en las sábanas. Sé que es de los dos. Puedo olerla todavía. Me excito. Su aroma me recuerda a todo lo que pasó la noche anterior, en cómo la conocí a la salida de la discoteca y acabamos en esta habitación. Fue todo tan rápido que incluso me parece sacado de la fantasía de un pajero quinceañero que lucha por encontrar nuevo material porno en la época de los módems de 56K. Taxi y hasta aquí. Es su habitación. Es su casa. Me levanto y decido darme una ducha.
Miro mi desnudez en el espejo: la barba de tres días, el tatuaje en el hombro derecho, la sangre reseca. Pienso que voy a necesitar una gran excusa que contarle a mi pareja, intento encontrar alguna y acabo decidiendo que lo mejor será contárselo. Ella ya me conoce. Y si se enfada me va a dar igual, tampoco va a pasar nada si la pierdo, así es la vida. Sí, me gusta, creo que se lo diré cuando empiece a insultarme y, quién sabe, a lanzarme cosas.
Me meto en la ducha y abro el grifo. El agua hierve, irritando las heridas. Duele. El dolor me traslada a anoche, a la diosa castigadora que me infligió tanto que me ha hecho perder el norte de mi vida. Cierro los ojos y la veo sobre mí, mirándome y con sonrisa de loca. Es una bestia desbocada, y lo único que hice fue decirle 'hola, ¿nos acostamos?'. Algo tuve que haber despertado sin querer, estas cosas no me pasan nunca y lo que suelo recibir como respuesta son risas o alguna mala mirada; pero no, ella me miró como una poseída por el mismísimo diablo, y entreabrió los labios. La siguiente vez que los entreabrió así fue para morderme el pecho ya sentada sobre mí y herirme.
Pasó la lengua por sus labios cubiertos con mi sangre, esparciéndola. Y luego me besó, y me mordió el labio. Fue salvaje, un ritual animal donde millones de años de evolución se esfumaron triturados bajo el peso del animalismo que nos recorría. La mordí en un pezón y gritó de dolor, y de pasión. Cuanto más sufría, más se excitaba, y más me excitaba yo también. La abofeteé girando su rostro, y al volver a mirarme sus ojos ardían con aún más fuerza. Se lanzó sobre mí, y se sentó exhalando de un golpe los últimos restos de consciencia que le quedaban. Empezamos a movernos al unísono, violentamente. Nos mordíamos, apretábamos, y nos estrangulábamos. Follamos sin parar. Fue salvaje.
No sabría decir si mientras duró me gustó, tengo un recuerdo enfrentado: lo más a lo que puedo asociarlo, y aún así ni de lejos se le asemeja, es lo que puedo vivir en una montaña rusa. Ahora que ya ha pasado lo único que sé es que nada volverá a ser igual. Creo que la amo.
Estoy muy excitado. Dijo que volvería pronto. Salgo de la ducha. Escucho sus llaves y miro hacia la puerta. Sonrío. Es ella, y trae nata.
martes, enero 05, 2010
la corona
la miro, vacío, a los ojos,
y veo que está muerta.
y me dice: 'hola'
pero está muerta.
sus gestos son pesados,
su voz cadenciosa
pero rota
rota por los golpes por las palabras
rota por la tumba a la que entró
voluntariamente.
treinta y ocho años
y diez mil de resto humano.
y aún guarda la foto del verdugo
en la pared, tras ella, coronándola,
y la lleva siempre encima
aunque esté desnuda
porque está muerta
y solo recuerda la foto
y veo que está muerta.
y me dice: 'hola'
pero está muerta.
sus gestos son pesados,
su voz cadenciosa
pero rota
rota por los golpes por las palabras
rota por la tumba a la que entró
voluntariamente.
treinta y ocho años
y diez mil de resto humano.
y aún guarda la foto del verdugo
en la pared, tras ella, coronándola,
y la lleva siempre encima
aunque esté desnuda
porque está muerta
y solo recuerda la foto
domingo, enero 03, 2010
respiración
Acelero y escucho cómo el motor responde con su ronroneo agresivo. Atrona Megadeth en la radio del coche (gracias Tanya, nunca le presté atención al señor Mustaine hasta que apareciste tú con tu verborrea y tu sexo latinoamericano) mientras miro de reojo el reloj. Las dos de la mañana. Y no hay nadie en la ciudad, está todo desértico tras la orgía politoxicómana anticrisis de pocos días antes. Porque ya estamos en dos mil diez y durante un día aquí no ha pasado nada. Miro de reojo el reloj, mientras mantengo mi atención en las señales de la carretera que me indican mi destino, pero no estoy ahí, es sólo conducir. Mi cerebro, mi condenado y cada vez más desgastado cerebro hambriento de silencios con olor a cuerpo femenino y preso de sí mismo; quiere respuestas.
Lo único que se me ocurre es: respiración. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Respiración. Es, quizá, la forma de escapar de uno mismo, de hacer caer la cerradura. Mientras pienso en la respiración no pienso en todo lo demás que me suele rondar por la cabeza, y que, joder, no es yo. Lo noto cuando busco frases, como la primera, o segunda, o la última que escribí ayer. La buena, la que lo domina todo, la que alfa-omega el texto, nace tras respirar, y luego ¿por qué contengo la respiración si sé que esa frase ya ha pasado al olvido y lo único que queda es la humedad de las gotas de rocío que tuve por unos segundos en las palmas de mis manos temblorosas? Creo que es eso, pienso en anotarlo pero cuando lo haga estaré en casa y me habré olvidado, dejando tan solo un resquemor de 'idea buena perdida', con un 'otra puta vez' delante, detrás, en medio, sobre, bajo, antes y después de. Yo no respiro. Yo tomo oxígeno, el necesario para sobrevivir, y echo el dióxido de carbono sobrante, como la máquina biológica que soy. Y analizo los aromas, y recuerdo la rubia a la que le dejé el coche la otra noche salvándole la vida como ella misma dijo, y me imagino su olor, sus olores. Me obsequio una sonrisa forzada: no estaba mal la muchacha.
Soy una puta máquina que no sabe vivir, por mucho que diga en mi carné de identidad que nací y que estoy vivo. Y todo porque no respiro, por tanto: ¿qué exhalo? Nada. Ruedo de inercia como siempre he hecho, contra una pared. Tomo una rotonda y mi cerebro viaja a uno de los mapas multijugador del Half-Life en una partida arruinada por el lag, donde los personajes aparecen corriendo contra la pared, o en el aire en perpetuo e inútil movimiento. Así soy yo, víctima de la latencia bajocero porque no sé respirar, y otra rotonda.
Seguramente ésa sea una buena respuesta a la pregunta. No lo sé, y mientras atravieso el siguiente pueblo asumo lo que hay, que lo olvidaré y seguramente en otro momento volveré a recordarlo o a llegar a una conclusión similar, y me arrancaré una sonrisa falsa recordando otra chica y lo que pudo ser y no fue porque no respiro.
¿Pero por qué quiere respuestas?
¿Qué respuestas quiere oír?
No lo sé.
Soy una puta máquina que no sabe vivir, por mucho que diga en mi carné de identidad que nací y que estoy vivo. Y todo porque no respiro, por tanto: ¿qué exhalo? Nada. Ruedo de inercia como siempre he hecho, contra una pared. Tomo una rotonda y mi cerebro viaja a uno de los mapas multijugador del Half-Life en una partida arruinada por el lag, donde los personajes aparecen corriendo contra la pared, o en el aire en perpetuo e inútil movimiento. Así soy yo, víctima de la latencia bajocero porque no sé respirar, y otra rotonda.
Seguramente ésa sea una buena respuesta a la pregunta. No lo sé, y mientras atravieso el siguiente pueblo asumo lo que hay, que lo olvidaré y seguramente en otro momento volveré a recordarlo o a llegar a una conclusión similar, y me arrancaré una sonrisa falsa recordando otra chica y lo que pudo ser y no fue porque no respiro.
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