He vuelto.

sábado, julio 26, 2008

Hoy va a ser el primer concierto...

[texto no objetivo, escrito desde la más profunda admiración]


(en París)

...después del de Tom Waits. Han pasado exactamente once días y creo que ya estoy en disposición de hablar de aquello. Fue extraño, muy extraño. Recuerdo el viaje exprés a Barcelona, en ventanilla al lado de aquel viejo aburrido que iba de un asiento a otro molestando. Cayó a mi lado, me contó su vida y yo pensando en mil y una cosas, y en ninguna aparecía él.

Tom Waits. Las prisas por sentir entre mis dedos la entrada que, en el fondo, no es más que un triste trozo de papel con las últimas letras de mi DNI escritas en él. El fórum: joder, qué grande. Primera fila. Mierda. La cabrona del teléfono me dijo que estaría escorado, pero no tanto. Un enorme altavoz me tapó la visión de la oreja de Casey Waits y el contrabajo. Mis uñas sufren ahora que lo recuerdo. Tenía frente a mí un segurata más grande que un Cayenne y tras él los altavoces. Supongo que debido a ellos acabé tan aturdido. O no.

Me recuerdo diciéndome: "mira tío, estás nervioso, sí. Ahora va a salir. Relájate". No podía. Me ardía el culo en el asiento. Lo único bueno de mi butaca, además de estar en primera fila, era que no tenía a nadie a mi izquierda que me jodiera. Bajaron las luces, entraron los músicos, y él. Empezó el espectáculo.

Él era el espectáculo y lo sabía. Jamás había visto algo así, esa forma de moverse, de cantar. Todos mis conciertos (exceptuando uno de música medieval que, por su temática, ya es algo bastante outside) habían sido de música más o menos ligera, desde Roger Hogdson hasta Segismundo Toxicómano. Más o menos sonidos rápidos, poco profundos, voces comunes. Oírle cantar o, más bien bramar, fue algo único. Espero volver a repetir.

Su mundo se limitó a una plataforma circular, cubierta de polvo y cacharros. Sobre ella el centro de la galaxia con bombín, a su alrededor constelaciones y planetas que sonaban "como un fórmula 1", como le gusta decir a él. El hijo de mil madres, mezcla de todo, copia y original. Payaso y enamorado. Ligón y rey del cabaret. Y luego al piano. Cara a cara. No me miró, no abrió los ojos mientras martilleaba las cuerdas del teclado borracho, pero aún así estaba orientado hacia mí. Sí, es idiota, pero la sensación de que estba cantando para mí no me la quita ni Dios. Me cuesta recordar haber tenido alguna experiencia que en dos horas me proporcionara tantas sensaciones diferentes, muchas de ellas opuestas. Quizá esa sea su magia, sus canciones son una bala que atraviesa la conciencia hasta tocar donde muy pocos lo han hecho antes.

Ahora en un ratito a ver a Lula, The Veterans y K’Bandalha. Inevitablemente voy a comparar, apenas he oído dos canciones del primer grupo. Ya veremos.

2 comentarios:

vaklam dijo...

Tom Waits es un gran artista y eso se nota, su habilidad para "transmitir" es algo que muchos de los que actualmente copan el panorama musical internacional, a todos los niveles, no pueden hacer.

Una lástima

vicente dijo...

La verdad es que sí. Además, este tío tiene un registro bestial, te pasa de la lágrima a la sonrisa en un acorde. Y te das cuenta de eso cuando lo ves, y lo comparas con otros.

Todos tocan lo mismo: "su estilo" lo llaman. ¡Y una mierda! lo que quieren es llegar a un puto público objetivo. Así no tiene gracia esto de la música.

Con lo bonito que es experimentar... ya veremos qué basura hago cuando me ponga en serio con eso.