He vuelto.

sábado, agosto 23, 2008

Gris abstracto


Me sorprendo mirando la púa que tengo debajo del monitor. Apenas hay luz, y eso que son casi las doce del mediodía; hoy le ha dado al día por vestirse de gris lluvia. Me sumerjo en el estímulo tóxico y artificial (no mucho, pero con tanta mierda que llevo en el cuerpo poco me hace falta para desorientarme) de la cocacola, pensando en el todo y la nada, muy zen. La música que nace de los viejos altavoces, fantasmagórica, da vueltas por mi cabeza contaminándolo todo. Soy un melómano bastante simple y conservador, no me atrevo ni a oír más del noventa por ciento de los sonidos que propone la sociedad en cada una de sus prostituidas esquinas.

El todo y la nada. Zen. Un puñado de palabras que se transparentan al ritmo que marca la extinción neuronal producida por el paso de los segundos. Me parecen tan lejanas aquellas voces que me decían: "no tendrás casa en tu puta vida". Jamás les creí, les replicaba que esto pasaría, y que se resquebrajaría el sistema como un azucarillo sometido a un goteo constante de ácido clorhídrico. Esa frase, para mí, ha cambiado. En vez de casa lo que no voy a tener en mi puta vida es un trabajo que me satisfaga y con el que pueda alimentarme. Soy demasiado errático, me pierdo en el laberinto interrumpido del grafito sobre el papel, me desoriento con facilidad, sumergiéndome en la pura y simple divagación. "No tendré trabajo en mi puta vida". Seguro que puedo trabajar en, ¿quién me contrataría, si a lo único que aspiro es a vivir del cuento? No tengo aspiraciones, me asusta la competición, la posesión y el control. Nací desnudo, y desnudo me siento, piel, grasa y huesos; todo lo demás no son más que lastres que empujan hacia el suelo los bolsillos, arrastrando mi espalda tan harta de cargar conocimientos inútiles cuyo único fin es la esclavitud mental.

Esclavos mentales, me gusta. Somos físicamente libres, capitalmente libres, pero mentalmente esclavos. El perro es feliz estando suelto en ocho por ocho metros cuadrados (jamás ha visto el otro lado del cerco) hasta que siente la llamada de la naturaleza: echar un polvo. Una noche, dos, quizá tres se sentirá solo, buscando una compañera que nunca llega, pero esa sensación más pronto que tarde pasará. Como con todo, como con todos. ¿La crisis de los cuarenta? ¿De los cincuenta? Si tengo veintipico años, aun no he llegado a esa edad y ya ando en crisis recurrente. Muchos tardan media vida en manifestar su saturación del mundo hipócrita, cínico y falso en el que vivimos. Yo un poco antes (porque espero que aún me quede para alcanzar mi media vida), será que tomé las decisiones equivocadas. Tampoco me arrepiento, ellas son lo que soy, y mejor haber llegado hasta aquí que haber acabado de oficinista de ocho a tres juntando papeles haciendo mil y una cosas con las ideas orientadas magnéticamente hacia el centro. Me parece que ando un poco desanimado. A*, ni se te ocurra llamarme emo, lo mío es pura realidad resumida en cuatro idioteces sin más sentido que el que tú quieras darle.

¿Crees que lloverá? No sé, espero que sí, que hace falta. Dicen algunos que pronto va a llegar la glaciación, mucho frío y un montón de guiris con las pelotas congeladas allá en sus países. La temperatura es ideal, pero estamos en agosto, veintitrés para ser más exacto, y todo está congelado menos el mercurio, que anda ahí ahí. Joder, está todo oxidado menos yo, o al revés. Cambiemos las cartas, que igualmente tenemos la misma mano, por mucho que los dibujitos sean diferentes ambos vamos a acabar repitiendo figuras. Nunca leí el Kamasutra.

Será mejor que suelte a los monos antropófagos que revolotean como libélulas salvajes entre los ojos y las sienes, hoy es un buen día para dejarles que den una vuelta por mi cabeza, no hace calor y la presión atmosférica impedirá que vayan muy lejos y vuelvan para cenar. Les diré que vayan a comprar algo de viento con el que refrescar todas estas tonterías, que ya va siendo hora.

1 comentario:

Isa dijo...

¡Qué bien! un relato ¡con lo que me gustan a mí tus relatos!

No sé si A* te llamará emo, pero un poco te lo merecerias... Encontrarás un trabajo, y si no, a vivir del cuento, no serías el primero y seguro q te arreglas bien! Igual puedes incluso dedicarte a esclavizar mentalmente (luego me enseñas ¿vale?)...

¡Anda! Echale una sonrisita al mundo, q es gratis y a veces vuelve. Y recuerda... todos los genios fueron unos incomprendidos.
(que no te estoy llamando listo, solo que... anima ¿no?)