Feliz constitu

Hoy es el día de la constitución española. De la del setentayocho. La carta magna bajo la cual se articula nuestro extraño estado, plagada de palabras retorcidas para hacer contentar a todos, hecha bajo unas circunstancias tan poco deseables como el fin pacífico de una dictadura nacionalcatólica. Una constitución hecha bajo la amenaza de las armas, con el miedo respirándose en la calle como bien se pudo ver cuatro años después (23-F); con una figura como la del Rey que, simplemente, se limitó a suplantar el lugar de su mentor y aparentemente más interesado en incrementar su patrimonio que en convertirse en el rey de todos los españoles.

La constitución es bastante divertida, digna de un escritor sádico que no duda en intercambiar significados. Es un estado federal sin ser federal, laico pero que apoya a una religión, financiándola, librándola de pagar impuestos y permitiendo que tengan autoridad en temas tan importantes como la educación o el periodismo, democrático cuya soberanía reside en el pueblo pero con un rey elegido por el muy democratísimo dedo del generalísimo que está por encima del pueblo, etcétera.

Como todo en esta vida la constitución fue fruto de su época, ha servido bien para evitar una guerra civil, sin embargo quizá ya vaya siendo hora que se pegue un buen lavado de cara, porque no hay más que mirar a la calle para ver que hay algo que no funciona.

No viví esa época. No la conozco más que de oídas. No voté aquella vieja constitución del siglo XX. Si las caras cambian, las casas se reforman, las relaciones personales evolucionan, las empresas luchan (o deberían luchar, puta panda de explotadores) por aumentar la calidad de sus productos y la sociedad de la información avanza desbocada, ¿por qué no actualizar el estado?