He vuelto.

martes, octubre 02, 2007

Emprendedor

Es curioso. Allá por donde voy veo carteles, anuncios, promociones para fomentar el autoempleo y apoyar al emprendedor. Parece que buscan gente cualificada, innovadora, con ganas de trabajar mucho, cobrar poco y dormir aún menos.

¡Qué gran idea! Está muy bien eso, apoyar a la gente con iniciativa para que explore el mundo hasta encontrar la gallina de los huevos de oro. Porque en eso se basa todo esto, en encontrar un negocio que funcione bien, que pueda abrirse paso en el mercado.

El problema es que hay un problema. El mercado ya está muy copado, el ritmo de crecimiento es salvaje y la apertura neoliberal ha hecho que los buitres tengan acceso a zonas virtualmente inaccesibles. Para ello necesitan perder peso, reducir gastos y aumentar beneficios. Es ahí donde entran los emprendedores, capaces de ver aquello que los ojos, cegados por el dinero, de los capitalistas no pueden ni imaginar.

Los emprendedores: los elegidos para liderar las políticas neoliberales de los grandes imperios corporativos. Unos pocos, fuertes e inteligentes a quien vestir como los cerdos de Orwell e incluirlos dentro del selecto grupo de los importantes. El sueño americano, vamos. Porque no hay que engañarse, todas las empresas que fomentan esto tan abstracto del emprendimiento no lo hacen para encontrar la idea más creativa, o la más social, sino la más rentable para así asaltar desde otro ángulo el bolsillo del ciudadano medio con cosas que no valen para nada salvo para saturar sus ya sobresaturados cerebros. O para encontrar la receta mágica que permita reducir gastos en nombre de la competitividad, la eficiencia y el crecimiento infino. Pocas ideas sociales y muchísimas comerciales.

Buitres buscando minibuitres que hagan el trabajo sucio, de paso seducirles para que en vez de utilizar su creatividad allá donde realmente hace falta. Mientras tanto, mucha gente vive en la más absoluta inopia, encerrados en rutinas infernales de muerto en vida, ahogados en la ignorancia y atados a un préstamo casi a perpetuidad. Mala sociedad ésta que prefiere tener a los creativos buscando cómo aumentar beneficios privados en vez de mejorar la calidad de vida.

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