He vuelto.

miércoles, junio 30, 2010

sin corazón

Me dijiste que no tenía corazón, así que me he comprado uno de vaca.

martes, junio 29, 2010

mala memoria

quise llamarte, pero olvidé que olvidé tu teléfono.

lunes, junio 21, 2010

La auténtica felicidad

La auténtica felicidad consiste en ver tres tuppers rebosantes de comida: me tembló el pulso mientras abría la bolsa y veía lo que había cocinado mi madre.

Maldito Maslow.

viernes, junio 18, 2010

al sofá

a veces me pregunto
si soy persona o animal
cada día peor
cada día pensando en beber más
escucho el Mercy Seat
y es de mí de quien habla
and I think my head is burning
y no hay mucho más que decir

estado de sitio
de la naturaleza humana

depredadores
usurpadores
¿no te das cuenta de ello?
si se ve igual que el sol a la mañana

¿no?

¿y no es lo que solías ser?
¿y qué solías ser tú, yo, nosotros?
¿qué solíamos ser?

ahora veo tantos restos de cristal en el suelo
tu rostro despojado de unidad
en mil pedazos me mira
y no siento nada
como si mirara algo que ya no es mío
porque el animal
no lo entiende
no sabe qué es
y simplemente lo ignora
y vuelve al sofá

a dormir

lunes, junio 14, 2010

Paraguas

Estoy sentado en una de las sillas reservadas a ancianos, tullidos o embarazadas del tren subterráneo de Barcelona sosteniendo un paraguas víctima de la lluvia que azota el mundo exterior unos cuantos metros más arriba. Hoy ha sido un día de perros, he hecho más de cien minutos extra, remunerados con nada. Estoy estresado. Cansado. Y lucho por mantener los ojos abiertos en el vagón semidesértico.
Semidesértico si no fuera por la niña que está sentada ante mí. No más de trece años, mallas atigradas color café - negro y una camiseta que no sé por qué me ha hecho acordarme de Kurt Cobain si éste hubiera llevado camisetas negras estampadas. Hasta hace dos paradas estaba con una amiga, rubia. Ella es morena, y lleva gafas. Muy pequeña para mí, demasiado incluso para adoptar por un instante la personalidad de Humbert Humbert y desearla. Eso sí, le agradezco a su voz chillona de adolescente no haberme dormido una vez pasada la estación de Sagrada Familia.
Hace dos paradas se bajó su amiga, más guapa, sin gafas ni curvas, era un palo. Más pija.
Hace dos paradas se quedó la niña sola. A su derecha, más allá del asiento dejado por su partenaire hay un hombre de menos de treinta años, moreno y muy delgado. Es un tipo extraño: no deja de mirar a la niña. Viste elegantemente, y sus zapatos estarían en perfecto estado si no fuera por la lluvia. Me da mala espina. Mi instinto no se fía de él.
Mi instinto no es mu ágil, sin embargo lo tengo en cuenta cuando me dice algo. Y lo que me dice no me gusta.
Pronto el varón me da otra razón para desconfiar. Le dice algo a la niña. Intenta ser simpático. Es delgado, y su rostro es desasosegante. No por rasgos extraños. No por rasgos afilados. No por cicatrices. Justo como un depredador disfrazado para no asustar a la presa.
La niña le ríe la gracia, y me mira durante menos de un segundo. Está claro: no soy el único con esa sensación. El hombre vuelve a hablar, y veo su mandíbula deslizándose bajo la piel. El metro empieza a frenar y la niña se levanta, siendo respondida con un hasta luego. La sigo con la mirada y su ausencia de formas me vuelve a dar la razón: unos trece años. Miro al hombre, miro su mirada. La sigue. Para mala suerte de la niña apenas hay gente en el metro. Gracias a que éste gira puedo observar cómo se para en la penúltima pureta del último vagón.
A todo esto estoy con la cabeza medio ladeada, los ojos entrecerrados, y no porque tuviera sueño. Observo, preocupado por la niña.
Observo cómo el hombre se levanta. Es altísimo, por lo menos metro noventa. Lo vi acercándose a la puerta. Me levanto poco después. No me mira. Bajamos. Le sigo a la distancia.
Lo que pensaba. Sigue a la niña.
Salimos del metro. No llueve. Primero ella, a la distancia él. Yo más alejado. Llevo el paraguas en la mano derecha. Pienso que me peude ser útil.
Es una zona poco iluminada y aún menos transitada. Me acerco al hombre. Él se acerca a la niña. Acelera. Acelero. Se queda a pocos metros. La niña camina tranquila, no parece que se haya dado cuenta. En cambio yo sí.
Cuando queda nada decido pasar a la acción. Doy un par de zancadas más largas para alcanzarlo, y pregunto con suficiente voz como para que la niña pueda oírme -la calle está desierta- si me puede decir la hora. Se gira, visiblemente cabreado. Con un leve gesto cambio mi centro de atención a la chiquilla. Parece que por fin se ha dado cuenta de la situación y desaparece por una de las calles. El hombre hace un leve gesto para decirme que me vaya a la mierda, apreta instintivamente los puños.
Me dice que son las ocho y media, intenta girarse. Le vuelvo a preguntar si sabe dónde está la calle Verdi. Yo sé dónde está: cerca. Es una calle importante. Veo odio en sus ojos. Me indica mal. Sé que es a posta. Me hago el turista y pido más referencias. Cuando aprieta los labios decido dejarlo estar. La niña ya se habrá alejado lo suficiente.
Le doy las gracias y me marcho.
Vuelvo al metro, pensando en que mañana será un día muy largo. Intento no dormirme.

viernes, junio 11, 2010

condiós

halitosis a necrosis
de un muerto por sobredosis,
un momento de esperpento
en sus ecos de lamento
mordisquea cuando arquea
su axila maniquea
tan valiente que de frente
es un eco muy corriente

cuantas vidas perdidas
por escuchar sus paridas
ni político raquítico
ni texto del levítico
aún no sé cómo empecé
a creer su paripé
tal vez su memez
me habría dejado pez

menos mal que al carcamal
le puse un buen final
¡adiós! ¡ve con Dios!
y como dicen aquí: ¡toca el dos!

jueves, junio 10, 2010

Por fin he encontrado una diferencia de verdad entre el pueblo y esta ciudad.

Aquí vienen Mark Knopfler y Axl Rose a tocar para mí, a 3 calles.

martes, junio 08, 2010

Por el follar

No duermo por el follar.
Por el follar de mi vecina.

Ya no es envidia.

sábado, junio 05, 2010

ayer admiré a una mujer

ayer admiré a una mujer
la vi mientras estaba en el metro
frente a la puerta
de pie
esperando a que llegara mi parada
o a que alguien se levantara
para poder sentarme

en Sagrada Familia
se abrió la puerta
del vagón
y entró:
tenía la mirada
perdida
y un bastón
blanco
como los que como ella
están ciegos

la observé durante dos paradas
a ella y a la bolsa verde con comida
que llevaba en una mano
y a la otra mano
agarrada en la baranda
con el bastón colgando

y bajó sin más
tras dos paradas
y sin más la admiré

viernes, junio 04, 2010

Colgado en Nueva York

Es mi mundo y en él pongo las reglas
una constitución individual
que se funde en hielo,
un pecado capital
que nunca rompo más que quiero

como la regla de no transgredir la regla
como la regla de la coraza de mierda
como la regla de la voz quieta

como la de que no existes
pero en cambio estuviste
al otro lado de la regla
de la solidez de la piedra

¿y la que habla de no escribir
poemas de amor?
-cursi, vete a dormir-
merezco ser colgado en Nueva York.

al menos espero que hoy los vecinos
estén deshechos y follen bien bajito