He vuelto.

domingo, mayo 25, 2008

Una bala con mi nombre

Ya no sé qué creer. Mi cerebro me engaña, mi mente me engaña. Todo es falso. Todo. Oigo voces en mi cabeza que no existen, veo imágenes que son falsas. Veo sonrisas en rostros petrificados tras la mirada de Medusa. ¿Y si eso es real y mi obcenidad de negarme a reconocerlo me está llevando a la locura?

Ojalá alguien pudiera decirme, de verdad y sin ningún interés tras sus palabras: "Mira Vico, ése miente porque quiere conseguir tal cosa, aquél tan sólo actúa por egoísmo. El de allá piensa con la polla y quiere pasarse por la piedra a todo ser viviente". Pero no existe nadie así. Es como un desierto. Me siento como Jesucristo tras sus cuarenta días en medio de ninguna parte; sólo que ninguna parte es todo este planeta, este país, este pueblo. Miro las estatuas humanas y no veo más que estupidez.

¿Soy yo estúpido acaso? Me temo que sí. Aún confío en que haya alguien honesto en este mundo. Alguien que ponga los puntos sobre las íes y desenmascare la gran farsa en la que estamos sumergidos. Espero encontrarlo, o si no me tocará hacerlo a mí. Y no quiero. Sé que es egoísta, pero no quiero acabar con una bala con mi nombre en la cabeza. Es más cómodo. Más cómodo. ¡Dios! ¡Soy estúpido! ¡Estoy bajo la influencia de la gran farsa! Haragán caprichoso...

2 comentarios:

Yhadax dijo...

¿Sabes? a veces la sinceridad que se pide a los demás se confunde con ser un chivato, seguro que ese alguien que te dice una verdad sobre alguien ajeno en pocas circunstancias te dirá una verdad sobre sí mismo, no le conviene.

Así que si buscas verdades es mejor que las encuentres tú mismo, aún a riesgo de parecer paranoico, toda duda tiene su razón de ser.

¿Qué te ronda por la mente, Vico?

Me alegro de que hayas vuelto por la vida blogueril.

vicente dijo...

¿Por la mente? Si yo te contara... Nada bueno, por cierto.

Gracias, yo también me alegro.