He vuelto.

martes, enero 08, 2008

Cosas que pasan

La verdad es que si me aburro, aquí, en esta provincia, es porque quiero. Aquí, que no hay nada, pasa de todo. Demasiao pal cuerpo, que diría más de uno. Como muestra dos de los últimos sucesos de los que me he enterado.

Anoche, viendo el intermedio, el programa del Wyoming, me entero que al actual heredero de nuestra dinastía caciquil (¡sí, en Cs también tenemos reyes!) le han caído 2 kilos, 2, en el niño. Ya he hablado antes de nuestros amos, a ver si va a ser verdad aquello de que Dios colma de presentes a sus más honorables representantes en la tierra. Bienaventurado sea nuestro Rey Fabra.

Eso a nivel provincial. Porque nuestro pueblo, Borriana Bonica, no se queda atrás. Hace unos días me enteré de que el 21,5% de los vecinos son extranjeros. Según se comenta en el artículo vienen a vivir aquí, a pesar de que no hay trabajo ni para los burrianenses, debido a la enorme oferta de casas de segunda mano existente. Es divertido oír cómo la gente se queja de la inmigración cuando poco antes se han llenado los bolsillos vendiendo la casucha de la abuela a una familia de extraño acento. ¡Nuestros corruptos son del palo! en vez de tirar todo el centro y hacer torres no, dejan que el pueblo se llene de inmigrantes que están todo el santo día en la calle.

Uhm, ahora que pienso. Aquí tienen fácil acceso a residencia, pero no tienen empleo. Tienen que comer pero no tienen dónde trabajar. Algunos trabajan, pero el resto... algo deberán hacer. ¿No?

Y para acabar algo que acabo de leer ahora. Se nos ha muerto un ondense en los calabozos de la guardia civil. ¿Qué habrá pasado? Era un ladrón de coches, seguro que su corazón estaría debilitadísimo, y más a la avanzada edad de 29 años. Qué cosas más raras, cualquier malpensado podría pensar que se han excedido, etcétera. Bueno, según esto en 2006 han habido 266 nuevas denuncias, con 610 denunciantes. Seguro que tan sólo quieren ganar protagonismo. O serán todos de la ETA, que todo el mundo sabe que se inventan estas cosas, o que las cosas acaban exagerándose o malinterpretándose. Bueno, ¡ya tenemos nuestro muerto en picoletolandia! ¡ya estamos en el mapa!

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