He vuelto.

jueves, abril 16, 2009

Sophie

Sophie... mi Sophie, crupier del palo de corazones, si me vieras aquí sentado acordándome de ti; somos tan diferentes, tú... hermosa como una estatua griega, lástima que de todo lo que te pusieron en el cuerpo no hubieran resevado al menos un poquito para metértelo en la cabeza. Joder, tan solo quería conocerte, hablar contigo y escucharte, no limitarme a follarte como un objeto, como todos esos que te ponen como una perra. Yo quería hacerte el amor lentamente, explorar las intimidades de tu cuerpo y redescubrir la sensualidad de los pequeños gestos, las caricias que, casi sin querer, erizan la finísima piel que recubre tus huesos. Ahora lo único que acaricio es el borde de un vaso vacío con el poso del café resecado por el paso de los días sobre la mesa, acompañando otros con otros contenidos, con otros matices y gustos dejados en el paladar. Del alcohol puedo extraer sensaciones intensas, brutales, eléctricas, que me hacen revivir el olor de tu pelo, la sinuosidad de tus curvas; el sabor del café me recuerda las noches que pasamos en vela, de los claroscuros de tus carnosos labios entreabiertos, labios que invitaban más a una sesión de sexo salvaje antes que a lo que yo quise darte.

La gente no cambia. Tan solo van rotando las máscaras. Y yo te creí, creí tu disfraz y pensé que una diosa del sexo regalaría fuego al hielo de mi paranoica cabeza; las únicas llamas que conoces, para tu desgracia, son las del dinero. A mí se me acabó, y te marchaste. Como todas las diosas del sexo, como todas las estatuas griegas que he conocido: interés. Será que soy idiota y esperé algo más, ahora el silencio se apoderará de tu lado de la cama hasta que encuentre otra, vuelva a creerme sus mentiras y acabe igual, no peor ya que, como comprenderás, estoy acostumbrado. Quizá te escriba una canción, un poema, o un relato de treinta líneas donde acordarme de ti y de cómo clavaste tus avariciosos dientes en unas dentelladas ya marcadas. Esta noche un bourbon a tu salud y a seguir riendo, mañana me acordaré de ti, dentro de veinte años no lo sé, espero que no acabes casada con un rico gilipollas que te tiene de jarrón mientras te acuestas con críos veinte años menores que tú para poder encontrar algo del cariño que desperdiciaste cuando estabas como un tren y sólo querías follar como si fueras un tío.

Cada uno tiene sus prioridades (y ahora, tú no lo eres).

5 comentarios:

Camisas dijo...

Hola Vico, encantado de visitar otra vez tu blog ¿qué decir de este relato? Uf, me ha gustado mucho, sobretodo el segundo párrafo, éste me ha recordado un poema de Charles Baudelaire, quizás no tiene que ver mucho con tu relato pero mira, es lo primero que he pensado mientras leía tu gran composición.

saludos!!

(o-.O) dijo...

Muy sobrio para hablar de estar ebrio :)

vicente dijo...

Muchas gracias por volver a pasaros por aquí y dejar vuestra opinión :)

@Camisas: ¡Madre mía, compararme con Baudelaire! ¡Gracias! Me alegro de que te guste, tendrás que decirme a qué poema de Baudelaire te ha recordado, ahora tengo curiosidad.

@nubes rojas: Gracias por tu críptico comentario. Compartamos una copita de ebriedad para poder hablar de la sobriedad objetivamente, desde fuera ;)

Lila dijo...

me encanta como escribes pero... exagerado no?

vicente dijo...

Gracias por el comentario, L. Mi vida es infinitamente aburrida, entre líneas con palabras de colores y sucesiones de acordes (dicho así parece que mole, pero la verdad es que es todo copiar, pegar y cambiar 4 cosas en un puñado de líneas de código (¿por qué no lo automatizaría?) y probar semicorcheas a un ritmo de 40), si no exagerara el tedio volvería a apoderarse de mí.

:)