He vuelto.

lunes, marzo 02, 2009

Recursividad

Burroughs tiene razón. El lenguaje es un virus. Todo lo controla, reprime la mente. Contagia con tanta facilidad... ahora me doy cuenta, he tenido que sumergirme en otros lenguajes, los de programación, para observar la facilidad con la que unas pequeñas palabras clave mueven montañas. Con las personas es igual. El lenguaje convierte la realidad en una serie de abstracciones. El lenguaje nos dice que somos felices y que estamos tristes. Ser. Estar. Parecer. En inglés es solo un verbo y en castellano tres diferentes. ¿Hacen falta más ejemplos? Un castellanoparlante entiende los tres diferentes estados del "to be", mientras que un británico jamás podrá entenderlos. Hace poco nevó en los emiratos árabes y lo que para alguien que conozca "nevar" lo ocurrido es algo más o menos habitual para un habitante del desierto es algo inconmensurable. Mágico. ¡Agua en forma de cristal! No lo entendían. Es el lenguaje quien hace los pueblos, no los pueblos quienes hacen el lenguaje. Es el noble arte de la villanía, la proletaria lucha de la realeza, la fuerza de los sintierra dando a entender que existen "con tierra", sus enemigos, o sea, un intento para convertirse en contierra, dejando a los contierra actuales como sintierra, pura recursividad. Las acciones, actuaciones, interpretaciones de guiones vienen encapsuladas y controladas por el lenguaje. Sin él no existirían alcohólicos, maricones, soldados, vencedores o vencidos. Nada existe hasta que el lenguaje lo califica. Como la nieve árabe. Como todo. Es la prisión perfecta, como dice Burroughs, encerrando la realidad en un papel, en cuatro frases. Dios no es inconmensurable. Dios es papel. Dios es palabra. "Y se hizo verbo" (o algo así), así de simple. Dios es el lenguaje. El lenguaje es el enemigo. Reprime. Constriñe. Es una forma inválida de comunicación porque mata. Mata más que todas las guerras del mundo, que todas las armas porque todo lo reduce, es como cuando metes la mano en ácido: solo quedan los huesos. Y éstos, sin nervios, tendones, se caen. El receptor monta el puzzle como sabe, porque no tiene otras instrucciones que el lenguaje que hay en su cabeza y, como tiende a la limitación, convierte catedrales en montones de piedra inútil. En Roma, después de la caída, usaron el Coliseo como cantera para construir San Pedro. El día de mañana, cuando Roma vuelva a caer, quizá usen San Pedro para construir el Coliseo. Recursividad

3 comentarios:

Isa dijo...

Muy interesante la entrada, enhorabuena.

Afortunadamente el lenguaje no es la única forma de comunicarse...

Yhadax dijo...

No hay día que no me acueste sin aprender algo de ti...

(Despues de leer esto te sentiras henchido en tu propio orgullo pensando en superarte para la próxima entrada que será a saber cuando y sobre qué, qué más da, algo aprenderé.)

Y aún tendrás el valor de quejarte, que está en tu naturaleza ;)

vicente dijo...

@Isa: Ya, pero por desgracia el resto de formas de comunicación también están sujetas a la maldad del lenguaje verbal; ejemplos hay a patadas. Hoy he visto en la tele una noticia de que Kirk Douglas hacía un espectáculo de teatro y decía algo así como <<¿saben cuál es el secreto para que le presten atención a uno? Hablar lento. Así los otros piensan que estoy diciendo algo importante>> Los motivos de la castración emocional de los varones y de la superficialidad de las mujeres los dejo a otros que hayan estudiado el tema, que yo solo soy un estudiante (y de los malos)

@Yhadax: Claro que me quejo. Sin quejas no hay evolución ni mejora: es como un "alert", al que le sigue un "fatal error". La gente debería quejarse más, así verbalizaría el problema y lo sometería a la tiranía del lenguaje, pudiendo superarlo con mayor facilidad.

Un saludo, mis fieles lectoras :)