He vuelto.

viernes, octubre 27, 2006

Historia de una venganza

Son las cinco y media, y mi venganza ha sido consumada con la crueldad del aplastamiento. La sangre ha cubierto mi cuerpo por el salvajismo del ataque pero, he de reconocerlo, me he desahogado y he aplicado el justo castigo que se merecía mi enemigo.

La historia empezó hace unas horas, concretamente a las cuatro de la mañana. Como tengo un poco desajustado el reloj biológico me desperté enroscado entre las sábanas y mirando al despertador en espera que me dijera que podía dormir más. Así fue, tenía unas tres horas largas para seguir disfrutando de la cama. En ese momento el ataque aún no se había producido.

Una hora después, a las cinco, me volví a despertar pero esta vez ya había recibido la agresión. Unas cuatro picadas de mosquito adornan mi mano, que se ha hinchado como un guante de boxeo y la han dejado como un cinturón de niña bien: grande, roja e inútil.

Para más inri, mi enemigo, el Mosquito, sobrevoló mi oído triunfal, celebrando su victoria con su vuelo sobre mi rostro. Semejante agravio merecía un castigo.

Me he levantado y he buscado una pomada anti mosquitos desesperadamente. No la he encontrado.

Después de no encontrar la pomada he iniciado mi venganza. Como todos los bichos los mosquitos tienden a ir hacia la luz, y qué mejor que el monitor de un ordenador para ello. Google sería mi herramienta, me ayudaría a buscarlo con su fondito blanco, reluciente, atractivo para mi enemigo.

Tuve que esperar unos pocos minutos para que cayera en la trampa. Yo, vigilante a unos 50 cm del monitor estaba fundido en las sombras, inmóvil, esperando. El vino. Estudió la pantalla, se despegó retirándose y mostró su flanco. Ataqué. Lo aplasté.

Era él, tenía entre mis manos el cadáver del mosquito que me había humillado, las pruebas no dejaban lugar a las dudas. Mis manos se convirtieron en un charco de sangre, mi sangre, que festejaba con un brillo carmesí su liberación del estómago del Mosquito. El cuerpo, retorcido y deforme, permanecía inerte junto con su alimento en la misma mano que había elegido para darse su último festín.

Resultado: Son las seis menos cuarto, tengo sueño pero me pica la mano. He matado al mosquito pero vendrán más. He de tomar medidas.

Un saludo.

1 comentario:

Theobald dijo...

Enhorabuena!! Uno menos d esu maldita especie!!

Ahora toma medidas!! rejas, sensores de movimientno, trajes especiales de proteccion, fli, autan... y nunca olvides, la mejor proteccion, condones...

Todos los bichos son hoorrendos...

En fin, suerte en tu batalla!!