He vuelto.

miércoles, septiembre 29, 2010

Señor Pong

Malpario Rocaforte mira la pared. Ve cómo las hormigas suben, en fila, bordenado una vieja grieta que es anterior a los insectos, a él, y -piensa- seguramente a antes de la misma existencia de la capacidad de recordar la propia existencia. Pero eso le da igual, sabe que si quisiera podría coger el bidón de gasolina que tiene al lado y empaparlas, y prenderles fuego y verlas corretear hasta que caigan chamuscadas. Porque está por encima, es un ser superior, más evolucionado. Incluso los suyos han podido enlatar restos de las hormigas del período carbonífero en un envase también creado por ese mismo material, un sistema para la compraventa del mismo y manos para poder sujetarlo, verterlo y anticipar la muerte de ese grupo de criaturas salvajes.
Decide hacerlo, con tan mala suerte que se salpica los pantalones sin darse cuenta. Enciende una cerilla, una chispa hace su juego y hace que sus partes empiecen a arder. Se caga en Dios. Las hormigas continúan caminando, ignorantes de que han salvado sus existencias. Pierde los testículos y decide hacerse homosexual. Para ello llama al doctor: no para la operación quirúrgica, sino para que le d por culo. No le gusta. Decide volver a hacerse heterosexual: se pone pelotas de goma dentro del escroto. Pelotas que el médico le dice que le permitirán volver a sentir placer y atracción con una mujer. Lo que no le dice es que ese placer es el de las pelotas y que él se ha convertido en un simple vehículo para llevarlo hasta ahí. Es un huésped con una polla que usa para satisfacer la goma, pero no lo sabe: hasta usa preservativos cuando sus espermatozoides ya de por sí son completamente inocuos para los óvulos.
El tiempo pasa, y va perdiendo su voluntad: sus pelotas se enamoran de otras pelotas y deciden tomar el control total. La derecha sube hasta el cerebro a través de la columna vertebral y toma el control de los sentidos situados en la cabeza. La otra se encarga del sexo.
-La última vez que vieron a Malpario Rocaforte fue entrando al registro civil para cambiarse de nombre -dice un hombre con cara de pelota de goma-. Nadie supo más de él, aunque los rumores dicen que está perdido, muy dentro de la personalidad del señor Pong.
El señor Pong sonríe sarcásticamente.

3 comentarios:

Isa dijo...

Qué feliz me haces con estas cosas... :D
¿te has dado a jugar al pádel?

vicente dijo...

no. soy de clase baja, ¡no me puedo permitir el lujo de jugar al pádel! ¿y si me ven con Aznar? Tengo una reputación que mantener.

Por cierto, me alegra hacerte feliz, Isa

Anónimo dijo...

Eres de clase baja? entonces mejor que te vean con Aznar que con, por ejemplo, el izquierdista de clase alta ZP.