He vuelto.

domingo, enero 03, 2010

respiración

Acelero y escucho cómo el motor responde con su ronroneo agresivo. Atrona Megadeth en la radio del coche (gracias Tanya, nunca le presté atención al señor Mustaine hasta que apareciste tú con tu verborrea y tu sexo latinoamericano) mientras miro de reojo el reloj. Las dos de la mañana. Y no hay nadie en la ciudad, está todo desértico tras la orgía politoxicómana anticrisis de pocos días antes. Porque ya estamos en dos mil diez y durante un día aquí no ha pasado nada. Miro de reojo el reloj, mientras mantengo mi atención en las señales de la carretera que me indican mi destino, pero no estoy ahí, es sólo conducir. Mi cerebro, mi condenado y cada vez más desgastado cerebro hambriento de silencios con olor a cuerpo femenino y preso de sí mismo; quiere respuestas.
¿Pero por qué quiere respuestas?
¿Qué respuestas quiere oír?
No lo sé.

Lo único que se me ocurre es: respiración. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Respiración. Es, quizá, la forma de escapar de uno mismo, de hacer caer la cerradura. Mientras pienso en la respiración no pienso en todo lo demás que me suele rondar por la cabeza, y que, joder, no es yo. Lo noto cuando busco frases, como la primera, o segunda, o la última que escribí ayer. La buena, la que lo domina todo, la que alfa-omega el texto, nace tras respirar, y luego ¿por qué contengo la respiración si sé que esa frase ya ha pasado al olvido y lo único que queda es la humedad de las gotas de rocío que tuve por unos segundos en las palmas de mis manos temblorosas? Creo que es eso, pienso en anotarlo pero cuando lo haga estaré en casa y me habré olvidado, dejando tan solo un resquemor de 'idea buena perdida', con un 'otra puta vez' delante, detrás, en medio, sobre, bajo, antes y después de. Yo no respiro. Yo tomo oxígeno, el necesario para sobrevivir, y echo el dióxido de carbono sobrante, como la máquina biológica que soy. Y analizo los aromas, y recuerdo la rubia a la que le dejé el coche la otra noche salvándole la vida como ella misma dijo, y me imagino su olor, sus olores. Me obsequio una sonrisa forzada: no estaba mal la muchacha.
Soy una puta máquina que no sabe vivir, por mucho que diga en mi carné de identidad que nací y que estoy vivo. Y todo porque no respiro, por tanto: ¿qué exhalo? Nada. Ruedo de inercia como siempre he hecho, contra una pared. Tomo una rotonda y mi cerebro viaja a uno de los mapas multijugador del Half-Life en una partida arruinada por el lag, donde los personajes aparecen corriendo contra la pared, o en el aire en perpetuo e inútil movimiento. Así soy yo, víctima de la latencia bajocero porque no sé respirar, y otra rotonda.
Seguramente ésa sea una buena respuesta a la pregunta. No lo sé, y mientras atravieso el siguiente pueblo asumo lo que hay, que lo olvidaré y seguramente en otro momento volveré a recordarlo o a llegar a una conclusión similar, y me arrancaré una sonrisa falsa recordando otra chica y lo que pudo ser y no fue porque no respiro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, respirar no es suficiente signo de estar vivo, aunque nos lo quieran hacer ver así.
Luego soy yo la que busca respuestas inexistentes, jaja.
Me gusta, me gusta este trotar en la estepa.
Feliz sexo a ti también.
¡Saludos!

vicente dijo...

Bienvenida tú también a mi pequeño huerto de palabras. Algunos hay que buscamos respuestas, jejejejeje. Lo mismo digo! ;) hasta la vista!

Maat dijo...

Yo no conduzco (ni tengo ganas de hacerlo), pero sí que es cierto que los trayectos medianamente largos, en los que el gps en la cabeza que te dice de forma automática cuando metes primera o tocas la línea continua, tienen que dar para pensar en muchas cosas.
Somos máquinas que viven alimentadas por los valores que nos rodean y que nos han inculcado, a los que hacemos caso a pesar de intentar huir de ellos. Jugamos a los juegos del mercado y respiramos porque aun es gratis.
Y sí, jode mucho cuando esa buena idea acaba siendo "una buena idea perdida otra puta vez".

Un beso

vicente dijo...

Pues conducir es una gozada, uno de los pocos momentos del día en el que me permito apagar el cerebro consciente. Deberías probarlo ;)

Sobre los de los valores... ¿que nos han inculcado o que hemos dejado que nos inculquen y que negamos nuestra (total) parte de responsabilidad? He ahí la cuestión. Piensa en ello Maat.