He vuelto.

lunes, enero 11, 2010

Pestañas

Cada una de sus pestañas era como una fina y pequeña cuchilla que me cortaban el alma cada vez que sus párpados caían como sólo ella sabía dejarlos caer. No necesitaba más para arrastrarme a su terreno para después lanzarme en el pozo sin fondo del deseo y ser su títere. Le gustaba sentir dolor, pero sólo cuando nuestros cuerpos luchaban en un tête-à-tête de cuero, látex y piel. Era caprichosa, al igual que las marcas que dejaba en mi cuerpo mientras la vorágine de nervios excitados enterraba su mojigata y habitual forma de ser.
Se ha marchado. Miro la hora: las doce del mediodía. La cabeza me da vueltas después de todo lo que bebí anoche. Los libros están esparcidos por la habitación, hay restos de ceniza. Me pregunto si volveré a verla, y si realmente quiero hacerlo. Estoy muy mal: tengo el cuerpo dolorido y amoratado, y hay restos de sangre en las sábanas. Sé que es de los dos. Puedo olerla todavía. Me excito. Su aroma me recuerda a todo lo que pasó la noche anterior, en cómo la conocí a la salida de la discoteca y acabamos en esta habitación. Fue todo tan rápido que incluso me parece sacado de la fantasía de un pajero quinceañero que lucha por encontrar nuevo material porno en la época de los módems de 56K. Taxi y hasta aquí. Es su habitación. Es su casa. Me levanto y decido darme una ducha.
Miro mi desnudez en el espejo: la barba de tres días, el tatuaje en el hombro derecho, la sangre reseca. Pienso que voy a necesitar una gran excusa que contarle a mi pareja, intento encontrar alguna y acabo decidiendo que lo mejor será contárselo. Ella ya me conoce. Y si se enfada me va a dar igual, tampoco va a pasar nada si la pierdo, así es la vida. Sí, me gusta, creo que se lo diré cuando empiece a insultarme y, quién sabe, a lanzarme cosas.
Me meto en la ducha y abro el grifo. El agua hierve, irritando las heridas. Duele. El dolor me traslada a anoche, a la diosa castigadora que me infligió tanto que me ha hecho perder el norte de mi vida. Cierro los ojos y la veo sobre mí, mirándome y con sonrisa de loca. Es una bestia desbocada, y lo único que hice fue decirle 'hola, ¿nos acostamos?'. Algo tuve que haber despertado sin querer, estas cosas no me pasan nunca y lo que suelo recibir como respuesta son risas o alguna mala mirada; pero no, ella me miró como una poseída por el mismísimo diablo, y entreabrió los labios. La siguiente vez que los entreabrió así fue para morderme el pecho ya sentada sobre mí y herirme.
Pasó la lengua por sus labios cubiertos con mi sangre, esparciéndola. Y luego me besó, y me mordió el labio. Fue salvaje, un ritual animal donde millones de años de evolución se esfumaron triturados bajo el peso del animalismo que nos recorría. La mordí en un pezón y gritó de dolor, y de pasión. Cuanto más sufría, más se excitaba, y más me excitaba yo también. La abofeteé girando su rostro, y al volver a mirarme sus ojos ardían con aún más fuerza. Se lanzó sobre mí, y se sentó exhalando de un golpe los últimos restos de consciencia que le quedaban. Empezamos a movernos al unísono, violentamente. Nos mordíamos, apretábamos, y nos estrangulábamos. Follamos sin parar. Fue salvaje.
No sabría decir si mientras duró me gustó, tengo un recuerdo enfrentado: lo más a lo que puedo asociarlo, y aún así ni de lejos se le asemeja, es lo que puedo vivir en una montaña rusa. Ahora que ya ha pasado lo único que sé es que nada volverá a ser igual. Creo que la amo.
Estoy muy excitado. Dijo que volvería pronto. Salgo de la ducha. Escucho sus llaves y miro hacia la puerta. Sonrío. Es ella, y trae nata.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Sublime, excitante, envidiable. Rezo por tener un polvo así alguna vez en mi vida. Lo dicho, sublime, excitante, envidiable...

Anónimo dijo...

Lo dicho, llámame pesada pero me encanta. El mejor que te he leído y mira que te investigué un poco leyendo algunos de tus textos antiguos. Me gusta mucho, muchísimo.

vicente dijo...

¿Cómo te voy a llamar pesada? Al contrario, me siento muy halagado. Me encanta saber que te ha gustado tanto uno de los textos que he colgado aquí, incluso para llegar a ponerme dos comentarios seguidos.

Por cierto, yo también rezo por vivir una experiencia así, ¡ja, ja, ja!

Maat dijo...

Hummm...! No sé si la nata será lo más recomendable para cicatrizar las heridas de ese salvaje polvo, pero no dudo que se lo van a pasar en grande. Las explicaciones para más tarde, lo importante es el momento ;P

Creo que a cualquiera le gustaría experimentar algo así alguna vez en su vida ^^

Un besote

Isa dijo...

Te superas amigo mío...

Siempre he pensado que el sadomasoquismo no era para mí... después de este texto me lo replanteo...

No dejes de escribir, llegarás a la genialidad a este paso

vicente dijo...

@Maat: Más que para cicatrizar quizá sea para generar nuevas, quién sabe. Y sí, sería... bonito... vivir algo así.

@Isa: Vas a hacer que me ruborice, muchas gracias por tu apoyo. La verdad, lo necesito y motiva mucho. Por cierto, ya me contarás cuando lo pruebes ;)

Anónimo dijo...

wow!!! Magnífico. El dolor que produce placer... Contado como tú has hecho, haces replantearse incluso a los más beatos.

vicente dijo...

@María: Bueno, esa es una de las funciones de las palabrsa, hacer pensar, aunque quizá no sea precisamente 'pensar' lo que provoca este pequeño texto. Muchísimas gracias por leerme y comentar.

Andy dijo...

Sugerente.....
¡Quién pudiera sentir algo así en una montaña rusa!
Muy bueno =)
Gracias por despertar los sentidos

vicente dijo...

Gracias por leer y comentar, Andrea, aunque eso de que te gustaría sentir algo así en una montaña rusa... un poquito breve, ¿no crees?

Andy dijo...

Más por la intensidad que por la brevedad.
De todos modos odio las montañas rusas, de ahí el quién pudiera sentir eso... y no el vértigo y la ansiedad ^^

Yhadax dijo...

Hay cosas que sin la imaginacion nadie seria capaz de experimentar, una gota se sangre no siempre simboliza el dolor, ese dolor me gusta, mucho.. y bien sabes (o no :p) que no me va el sado... uff me viene un recuerdo a la mente...

A seguir!

vicente dijo...

gracias por tu comentario joven. por cierto, creo que algún día tendremos que hablar sobre tus tendencias sadomasoquistas, que eso de que no te va no me lo creo; es más, pienso que no te quedaría mal el látigo y el traje de dominatrix ;)

Yhadax dijo...

jajajajajajajajajaja....

Hablaremos pues de ello.

merci, monsieur!